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El Economista de MéxicoRed iberoamericana de Prensa Económica

Joan Lanzagorta

Quienes me conocen dicen que soy un observador: me gusta ver lo que me rodea, fijarme en los detalles y también escuchar, con paciencia y de manera callada.

A veces eso se interpreta como seriedad y en ocasiones me han dicho que me cuesta con los demás en una conversación.

Lo anterior se debe a que más que hablar, me gusta repito escuchar, leer entre líneas y observar detenidamente lo que me puede decir el lenguaje corporal de los demás a medida que van diciendo las cosas.

Gracias a ello me parece que soy una persona con una cierta agudeza visual y auditiva; aprendí que muchas veces las cosas no son como parecen o como la gente las quiere ver; que hay percepciones y opiniones diferentes acerca de las mismas situaciones y también que entender puntos de vista distintos nos ayuda a formar un criterio. Pero sobre todas las cosas, aprendí a desarrollar una mente analítica que me ha sido sumamente valiosa en esta vida.

Dicen que no se puede experimentar en cabeza ajena y es cierto, pero sí se puede aprender de los demás, de las situaciones que otros viven y del ejemplo que otros nos dan.

¿Qué aprende de las finanzas de los demás?Cuando se trata de manejar mejor mi dinero —de mis personales— creo que he vivido un camino en constante evolución.

Hoy cuestiono algunos de los conceptos en los que antes creía ciegamente y eso me parece que es muy importante.

Por ejemplo: antes pensaba que había que reducir los gastos lo más posible; hoy pienso que no necesariamente, por el contrario debemos dirigir nuestro dinero hacia lo que más nos importa en la vida, y esto es distinto para cada persona.

Pero también he aprendido muchas cosas simplemente de observar la vida de los demás. Por ejemplo, cuando era niño me tocó ver cómo mucha gente perdió todo lo que tenía a raíz de un terremoto; me hizo sentir mal ver cómo varias personas vivieron durante un buen tiempo en casas de campaña sobre el terreno que ocupaba su edificio.

Eso me hizo aprender la importancia de tener un seguro de hogar. En casa fui testigo también de varias peleas entre mis padres por y aprendí que las parejas tienen que hablar y establecer metas comunes.Hay que recordar que el matrimonio se trata de caminar juntos hacia una misma dirección.

Mis abuelos me dieron un ejemplo distinto, que contrastaba con el de mis padres.

Ellos manejaban su dinero de manera metódica y planeada; hacían un todos los meses y anotaban en una pequeña libreta sus gastos, cuidando siempre de no excederse en cada una de las categorías que habían definido.

En la escuela viví la experiencia de perder a un amigo a quien su padre tuvo que sacar porque ya no la podía pagar, debido a que perdió todo su en un negocio que no funcionó. Esto fue apenas el principio: la familia se desmoronó y el origen de todo fue la falta de dinero.

Me tocó también ver el lado contrario, gente a la que le comenzó a ir bien y como consecuencia iniciaron una vida llena de lujos, más allá de sus posibilidades.

Uno de mis mejores amigos era una persona como yo, pero de repente a su familia le comenzó a ir mejor, compraron una gran casa, autos del año —lo cual me daba gusto—, hasta que él y su familia decidieron que no estábamos a su altura y rompió la amistad.

La historia terminó al cabo de unos años y me di cuenta de que todo lo que hicieron estaba construido sobre cimientos de papel.

Analizar para forjar un criterio propioEn fin, en mi vida he aprendido mucho acerca de , de lo que se debe y no se debe hacer, a través de la experiencia de otros.

Pero no es la observación pura lo que me ha permitido aprender, sino el análisis y la reflexión sobre aquello que he visto o escuchado.

Eso es lo que construye el pensamiento propio, lo que nos forja el y lo que nos permite aplicar todo aquello que hemos visto para construir nuestra propia historia.

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