Por Megan McArdle

Bloomberg.- Este , si está en una relación a largo plazo, decida hacer algo realmente romántico: hable de dinero.

Para dejar las cosas bien claras, debería señalar que mi esposo espontáneamente me propuso matrimonio en el medio de una reunión sobre presupuesto familiar. Se podrá, por lo tanto, concluir que la familia McSuderman tiene ideas algo… inusuales… sobre lo que es el romanticismo.

Pero, ¿qué es más romántico que la frase "hasta que la muerte nos separe"? E importantes investigaciones muestran que las peleas por el dinero son una de las fuentes más comunes de estrés en las parejas y un muy buen elemento de predicción del divorcio.

Un estudio reciente reveló que tener problemas de dinero no es lo que hace que se divorcien las parejas, sino la incapacidad de acordar qué hacer con ellos.

En una sociedad de consumo como la nuestra, el dinero es fundamental. Lo que compramos no son solo cosas que nos gustaría tener sino una señal de quiénes somos, para nosotros y los demás.

El dinero es una de las formas más importantes en que tomamos decisiones sobre nuestra vida. Naturalmente, cuando alguien más participa en estas decisiones, hay conflicto.

Estos conflictos obviamente se facilitan cuando se tiene más dinero. Hay margen de error y desacuerdos sin causar una catástrofe o estrés. Pero, como pueden atestiguar los asesores financieros, un gastador esforzado fácilmente puede encontrar la forma de gastar 20% más de lo que gana, sin importar de cuánto sea su ingreso.

Ese gasto no necesariamente es en televisores de pantalla plana y lanchas de carrera; podría ser en una casa en un buen distrito escolar.

Pero, más allá de dónde acabe el dinero, si se juntan dos gastadores, probablemente terminen en un desastre financiero. Y si se junta uno de esos gastadores con alguien ahorrativo, se termina en años de fuertes discusiones.

Reunión presupuestalNo creo que sea una exageración decir que esa reunión de presupuesto ha sido la base de nuestro matrimonio en muchos aspectos.

No estamos de acuerdo en todos los temas relacionados con el dinero. Hay considerable divergencia en temas domésticos, por ejemplo, en las ventajas relativas de un equipo de música de alta gama y electrodomésticos caros. Pero acordamos que teníamos que estar de acuerdo en la manera en que se gastaría el dinero.

Y al haber tenido con anterioridad esas discusiones, en algunos momentos complicados (Peter fue despedido unas semanas después que decidiéramos vivir juntos) supimos incluso antes de casarnos que podíamos llegar a un acuerdo.

Demasiadas parejas de novios tienen una delicada renuencia a hablar sin pelos en la lengua sobre cómo van a organizar el dinero: cuánto compartir y cómo gastar esos fondos colectivos.

Como una novia victoriana imaginando su noche de bodas, tienen solo una vaga noción de lo que se supone que suceda, pero se imaginan que los temas de dinero se solucionarán por si solos mientras ellos flotan en una nube de extasiado amor.

Pero, lo que a menudo logran son intensas peleas cuando uno de los dos quiere ahorrar el 15% de su salario para la jubilación y otro 5% para emergencias, mientras que el otro quiere vivir el momento y dejar que el futuro se las arregle solo.

Mi simpatía está naturalmente con el ahorrador cuidadoso. Pero, hoy no estamos hablando de planes para la jubilación; estamos hablando del amor. Y si quiere que ese amor perdure, lo que haga con el dinero es menos importante que estar de acuerdo respecto de él.

Lo que significa que, si está pensando en casarse (o en una relación duradera funcionalmente equivalente), debería tener esa conversación lo antes posible.

Esa conversación debería incluir planes de presupuesto de corto plazo. Pero también tiene que fijar los objetivos de largo plazo que los dos quieren, cualesquiera que sean: una gran boda, lindos autos, educación para los hijos, viajes, una cómoda jubilación. Tiene que tratar de acordar un plan.

Y luego ver si su pareja puede cumplir con él o si se comporta como acaban haciendo muchas personas cuando se intenta llevar a cabo esos planes: confesando avergonzadamente que dejó de tratar de respetar el presupuesto a cuatro días de comenzado el mes, haciendo compras secretas, gastando el dinero que se suponía debía destinarse al fondo para el auto en una salida nocturna espontánea con los muchachos.

Alguien que repetidamente lo engaña con el dinero se puede reformar, sin duda, pero usted debería ver fuertes señales de ese cambio antes de casarse en vez de esperar a que el matrimonio lo transforme en alguien que no ha sido.

¿Y si ya se casó con esa persona especial que parece que no puede cumplir con un plan financiero? ¿Y si ya tuvo esas peleas?

Plan de largo plazoBueno, ese es incluso un mejor momento para tener esa conversación. Si ya está peleando constantemente por dinero, tiene que dejar de estallar por las compras y las crisis individuales y comenzar a insistir en un plan de largo plazo que ambos puedan aceptar.

Mientras más distancia haya entre los dos sobre cómo manejar el dinero, más detallado debe ser el plan, porque no se puede depender de la inercia para que haga el trabajo por usted.

No son los naturalmente ahorrativos quienes necesitan un presupuesto mensual microscópicamente detallado; son aquellos que abren los ojos a fin de mes y se preguntan adónde se fue el dinero.

No parecería la forma más idílica de pasar el Día de los Enamorados":https://gestion.pe/noticias-de-san-valentin-15320?href=nota_tag. Pero en cambio, podría asegurarle muchos Días de los Enamorados felices en el futuro.