(Bloomberg).- La cifra mágica para la felicidad financiera conyugal es apenas US$ 400 (al menos en Estados Unidos). ¿Cómo así?

Ese es el promedio del monto que las parejas estadounidenses dicen que es adecuado gastar sin consultar primero al cónyuge, según una nueva encuesta de Ameriprise Financial entre 1,500 parejas. Un tercio de las parejas consultadas no fijó un monto.

Casi el 70% de las parejas dijo que su comunicación en relación con las finanzas era buena. Entre las generaciones, los fueron "los que más dijeron que su comunicación es perfecta", dijo Marcy Keckler, vicepresidenta de estrategia de asesoramiento financiero de Ameriprise. También es cierto que han tenido más tiempo para practicar.

No todo es perfecto. El 5% de las parejas contó que tenía una cuenta de cuya existencia el cónyuge no sabía nada, mientras que el 30% discutió por cuestiones de dinero por lo menos una vez al mes, con frecuencia sobre una gran compra o un hábito de gasto, si bien el 82% dijo que pudo resolver el desacuerdo.

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Tal vez el conflicto sea inevitable, dado que muchas de las parejas comprendían una persona que se identificaba como ahorrativa y otra que afirmaba que era gastadora. Lo que no es extraño es que el 73% dijera que su forma de tomar decisiones en el plano económico difería de la de su pareja.

Si bien la mayor parte de la gente no está en una situación tan extrema, las cosas pueden ponerse difíciles cuando una persona gastadora se casa con otra ahorrativa, dijo Scott Rick, profesor asociado de marketing de la Escuela Ross de Negocios de la Universidad de Michigan, que ha estudiado los dos tipos de personas.

Ambos tipos están descontentos en lo que respecta a su manejo del dinero, dijo. "Es más probable que se casen con su polo opuesto que con alguien como ellos, lo cual es raro, ya que por lo general nos casamos con alguien parecido a nosotros, pero si no nos gusta algo de nuestra forma de ser no buscamos eso en otra persona sino algo diferente", dijo Rick. En los primeros momentos de una relación es probable que eso sea positivo, agregó, pero "cuanto más diferentes son ambos cónyuges en ese plano, más pelearan por cuestiones de dinero, y más desearán haberse casado con otra persona".

Alrededor del 70% de las parejas dijo que gasta dinero sin decírselo al cónyuge. Tiene sentido, dado que sería irritante que nuestro cónyuge controlara cada pequeño gasto que hacemos. Solo el 59% dijo que no le contaba al cónyuge sobre una compra porque no era muy grande. Otros asumen que el otro está "demasiado ocupado".

Las parejas del mismo sexo –que representaron el 6% de las parejas consultadas- se mostraron más propensas que las heterosexuales a decir que compartían la responsabilidad económica por igual y también a decir que sus respectivos roles y responsabilidades eran algo que habían hablado al comienzo de su relación y no algo que había ido evolucionando sobre la marcha, dijo Keckler.

También es más probable que las parejas homosexuales tengan un asesor financiero, que fijen límites de gasto y cuenten con una combinación de cuentas bancarias separadas y conjuntas.

Los consultados no siempre tenían claro cuánto habían ahorrado para su retiro. El 23% no sabía con certeza cuánto había ahorrado, en lo que resuena otra encuesta que determinó que el 21% de las parejas no tenía ni la más mínima idea sobre los ahorros de su cónyuge para el retiro.

En la encuesta de Ameriprise, más del 90% de las parejas coincidió en que es necesario ahorrar US$ 1.7 millones para el retiro.

Si bien el 51% de las parejas dijo que no ahorraba lo suficiente, el 45% consideró que ahorraba lo adecuado. Alrededor del 3% de los consultados tenía un "problema" del que rara vez se oye hablar, dijo Keckler: "Piensan que han ahorrado demasiado". Es de esperar, por el bien de esas personas, que no lo comenten demasiado.