Redacción Gestión

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Nuestros hijos nos hacen sentir el amor más puro, inocente, incondicional, profundo. Nos inspira, nos genera un deseo de hacer todo por ellos… Y, sin embargo, no lo hacemos.

Sabemos que su futuro depende de nosotros, pero no dejamos las cosas en orden en caso de que les llegáramos a faltar.

¿Cuántas parejas no tienen un testamento y no han nombrado un tutor legal para sus hijos en caso de que ambos falten? Es más: ¿Cuántas ni siquiera han pensado quién podría hacerse cargo de ellos en caso de que algo malo pase?

En el caso de madres (o padres) solteras, es todavía más importante: los hijos muchas veces no tienen a nadie más. ¿Qué pasaría si algún día ya no estamos para ellos? ¿Cómo sobrevivirán?

Yo lo sé, no nos gusta pensar en cosas malas. Pero suceden y, si no tenemos nuestra vida en orden, los más perjudicados son nuestros pequeños.

¿Cuántos padres, cuántas madres tienen un seguro de vida, para que su familia pueda mantener su nivel de vida por un tiempo, en caso de que ellos lleguen a faltar?

¿Hemos hecho todo por nuestros hijos? La respuesta, en la mayoría de los casos, es no. Muchas estadísticas demuestran que, en México, muy pocas personas tienen resuelto este aspecto tan importante.

Lo he visto muchas veces, y siempre es una situación muy triste: cuando los padres mueren en un accidente, de repente, sin dejar un testamento. Sin un tutor legal para sus hijos, sin dinero para que continúen su educación. Dependiendo enteramente de la buena voluntad de los familiares e, incluso, en casos extremos, de la resolución de un tribunal después de una larga, costosa y desgastante batalla legal, en la cual los niños se ven envueltos, porque no pueden estar ajenos a ella.

Sí, el amor por nuestros hijos también tiene un aspecto financiero, y es muy importante. La falta de planeación hacia nuestro futuro y la falta de una cultura de previsión pueden tener consecuencias desastrosas para ellos. Pueden crecer con la persona inadecuada o con alguien que no quería hacerse cargo de su educación (pero se siente obligado de alguna manera). Pueden vivir en un ambiente en el que son considerados como intrusos y sentirse rechazados. O simplemente tener un cambio radical en su nivel de vida de un día para otro. Todo esto puede causar problemas de personalidad y, en el mejor de los casos, de autoestima.

He conocido niños que perdieron a sus padres y los culpan, con razón, por su falta de oportunidades. Que se preguntan si alguna vez fueron deseados y amados. Que sienten un rencor muy grande en contra de ellos —y con la vida en general.

Si amas a tus hijos tanto como lo dices —como lo sientes—, seguro que no te gustaría que ellos estuvieran en esta situación. Nadie, ninguna persona, tiene la vida comprada, pero sí está en nuestras manos prevenir y planear.

¿Por dónde empezar?

Mencioné al principio de este artículo dos aspectos fundamentales que deben ser cuidados por todos los padres —solteros o parejas— de cualquier nivel socioeconómico:

Escoger un tutor y nombrarlo en un testamento.Garantizar la continuidad de su nivel de vida a través de un seguro.

Diario El Economista de MéxicoRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)