Intraemprendedor (Foto: Pixabay)
Intraemprendedor (Foto: Pixabay)

Tras seis años jugando en el Atlético de Madrid femenino, Ana Rosell tuvo que abandonar su sueño de ser futbolista profesional. La falta de medios y la imposibilidad de compaginar su trabajo con el deporte de élite hizo que la madrileña cambiara las botas por los zapatos, ya que era abogada de carrera. Sin embargo, poner el freno a su trayectoria deportiva le abrió una oportunidad para emprender. "Me formé en gestión deportiva y gané un concurso de la FIFA con mi trabajo de fin de máster. Esto supuso el impulso definitivo para que en 2013 creara una empresa de consultoría, formación, representación e innovación especializada en fútbol femenino", señala la fundadora de AR10, una compañía que hoy asesora a instituciones deportivas de todo el mundo en la organización de competiciones de féminas del deporte rey.

Gracias a su experiencia personal, Rosell supo ver el sentido que tenía la creación de una empresa dedicada al fútbol femenino. Y es que como le sucedió a esta madrileña, existen ciertas vivencias -como la maternidad, vivir en el extranjero, quedarse en paro o tener una minusvalía- que pueden servir para dar un paso diferente en la trayectoria profesional.

Las circunstancias vitales pueden suponer una oportunidad de oro para emprender. "Aunque a veces sean experiencias difíciles, cualquier cambio te hace abrir los ojos", señala Franc Carrera, profesor de Esade. Así, al tener que adaptarse a un escenario diferente, el emprendedor descubre oportunidades en las que hasta el momento no había reparado.

Y es en esa necesidad de mejorar el entorno y solucionar los problemas con los que se encuentra el futuro creador de un negocio donde se suelen localizar nuevos nichos de mercado. "Espacios en los que estas personas conocen bien las necesidades de su público", afirma Carreras.

En la misma línea, Arturo Ortigosa, responsable de Esic Emprendedores Valencia, destaca cómo la experiencia es la propuesta de valor fundamental para este perfil de emprendedores. "Es innegable que el bagaje personal y laboral va a ser de gran ayuda en la creación de su empresa, pero la formación en temas empresariales es determinante en el éxito de la start up". Además, de las vivencias se extraen valiosas lecciones personales. Se desarrolla la perseverancia, la empatía o la fe en uno mismo, unas aptitudes que pueden ser fundamentales, para tener éxito en la carrera como emprendedor.

Ser madre
"Tener un hijo te enseña a ser más eficiente"

Patricia Pólvora dejó su puesto de comunicación en Ericsson para montar su propio negocio. Y cuando explica los orígenes de Teterum, una compañía de venta de té natural a través de Internet, no habla de dificultades. Habla de enfrentarse a retos, como cuando acudía visitar a posibles socios inversores, "con bolsas de té y una tripa de cinco meses", explica la fundadora de una empresa "que nació al día siguiente de enterarme de que estaba embarazada". Lejos de renunciar a cualquiera de sus dos sueños, empreder y ser madre, Pólvora lo planteó como llevar a cabo dos proyectos en uno. "Reuní a mi familia, les conté la situación y aprendí a pedir ayuda y a dejarme aconsejar por los que saben, algo que pocas veces había hecho en mi anterior etapa profesional", señala la emprendedora. Así, en 2013, nació su hijo y comenzó la actividad de una compañía que el pasado año repartió el equivalente a tres millones de tazas de té. "La maternidad te enseña a ser muy eficiente y tomar decisiones rápidas, no puedes andar perdiendo un tiempo que no tienes. Luego te adaptas a los resultados, porque los niños, como las empresas, cambian día tras día", señala Pólvora sobre su expericia como madre emprendedora. Este fenómeno nació en Francia y a nivel global se conoce como 'mompreneur'. Sólo en EEUU reúne a un colectivo formado por siete millones de mujeres.

Practicar un deporte
"Vi que el fútbol femenino iba a despegar"

Ana Rosell es una aficionada madridista que cumplió su sueño de ser futbolista profesional vestida de rojiblanco. "Jugué al fútbol desde los siete años y a los veinte me fichó el Atlético de Madrid, donde estuve cinco temporadas y media", señala la creadora de AR10. Esta empresa nació de una iniciativa que presentó como trabajo de fin de máster y que le valió el reconocimiento de la Fifa: crear la sección femenina del Real Madrid. "Tuve reuniones con directivos del club blanco pero el proyecto no terminó de cuajar", explica Rosell. Lejos de desanimarse, la exfutbolista decidió llevar a cabo la unión de su experiencia como deportista con su formación como abogada y su máster en gestión deportiva. "Pensaba que el fútbol femenino iba a despegar, y aunque aún falta mucho por hacer, el tiempo me está dando la razón", comenta la emprendedora sobre el negocio que creó en 2013, convirtiéndose en una de las primeras empresas dedicadas a este sector. Hoy, AR10 tiene varias líneas de negocio. Una de las más importantes es la consultoría, donde ayuda a instituciones que se esfuerzan por entender y desarrollar el fútbol femenino. "He colaborado con las federaciones de Azerbaiyán y Colombia para crear sus ligas de chicas". La compañía también organiza estancias turísticas en España de clubes femeninos extranjeros, tiene una escuela de tecnificación para jóvenes y representa futbolistas.

Tener una minusvalía
"Ahora relativizo todo mucho más"

Tras formarse como ingeniero agrónomo y trabajar como jefe de obras hidráulicas en países como Nicaragua y Portugal, a Juan Martínez le detectaron un tumor cerebral de cinco centímetros. "Tenía 31 años y un tumor del tamaño de una pelota de golf que probablemente llevaba creciendo en mi cabeza desde el nacimiento", señala Martínez sobre el momento en el que le diagnosticaron esta patología. Era 2008. Comenzaba un periodo que se convirtió en un rosario de operaciones que finalizó en 2013, cuando inició la recuperación de las secuelas que le habían dejado las intervenciones. "El tumor me afectó al equilibrio y al habla, pero enseguida solicité a la Administración que me retirara la discapacidad absoluta para reincorporarme al trabajo", explica Martínez, que cinco meses después de su última intervención volvió a su compañía. Sin embargo, los mareos en la oficina eran continuos y tuvo que dejarlo. "Pero decidí no quedarme en casa. Había trabajado mucho, tanto en lo físico como en lo emocional para volver y no iba a rendirme", señala el fundador de Reforcer, una marca de ropa de esquí de calidad. Martínez se fue a vivir al Pirineo para estar más cerca de sus clientes y entender sus necesidades. "Dijeron que no iba a volver a esquiar. Ahora no sólo lo hago, sino que diseño su ropa, un trabajo que me da problemas, pero tras mi experiencia lo relativizo todo mucho más", concluye.

Vivir en el extranjero
"Ser un expatriado te abre la mente"

Enrique Juárez trabajaba como comercial en Zemsania, cuando se le presentó una oportunidad que le cambió la vida. "Me propusieron abrir una filial de la empresa en Brasil y acepté encantado. Suponía un ascenso a country manager y siempre me había sentido atraído por América Latina", comenta. Cuando la filial estuvo en funcionamiento, la matriz le envió a abrir nuevas oficinas en México, Colombia, Perú y Miami. En total estuvo casi cuatro años expatriado hasta que en 2013 regresó a España y decidió lanzar su propio negocio junto a un socio brasileño, Ignacio Bartolomé. "Montar filiales era como jugar a ser empresario con el dinero de otro, así que le perdí el miedo a emprender", explica. De este modo, lanzaron How2Go, una consultoría especializada en ayudar a otras empresas a salir al exterior: "Vivir en el extranjero te abre la mente. Te ves obligado a entenderte con profesionales con principios y actitudes distintos a los tuyos. Esto te sirve luego como empresario, ya que te resulta más fácil ponerte en la piel del cliente. No colocarle el producto que tú quieres, sino el que te está demandando". Apoyándose en su experiencia internacional Juárez ha lanzado un segundo negocio, Imagine Global, especializado en relocation de expatriados.

Quedarse en paro
"No hay que buscar empleo, hay que buscar clientes"

Quedarse en paro habiendo sido el director del Servicio Público de Empleo no deja de ser una ironía. Pero esto fue lo que le sucedió a Jaime Ruiz, que perdió su trabajo a los 47 años. Ruiz lo tuvo claro desde el principio: "A esa edad sabía que lo mejor era hacerme autónomo. En lugar de buscar empleo, buscar clientes". Para ello el consejo de Ruiz, que hoy trabaja como coach y conferenciante ayudando a otros desempleados a emprender su propio negocio, es "no pensar en lo que has hecho antes, sino en lo que realmente eres bueno y te apetece". Y es que, "sólo a algo que te apasiona le puedes dedicar 15 horas al día".

Ruiz comenzó su carrera como emprendedor trabajando para una fundación panameña, que le contrató como consultor para desarrollar el empleo local. Allí acuñó el concepto de turismo del alma o espiritual, del que es pionero. "Es un viaje tanto interior como exterior. Engloba el turismo religioso, pero también visitas a lugares como Stonehenge y las pirámides", explica.

En opinión de Ruiz, a los parados de más de 50 años les tratan "como a muertos laborales", cuando en realidad les quedan 20 años en activo y aún tienen mucha energía y conocimientos que aportar. "Tienes que ser tú el que tires de ti. Hay que asumir el golpe y tirar para adelante. La clave es la actitud", aconseja.

Por otro lado, asegura que la edad no es óbice para seguir invirtiendo en formación. "No es una cuestión de titulitis, sino de adquirir herramientas con las que adaptarse a los nuevos tiempos. Las nuevas tecnologías y las redes sociales son imprescindibles", comenta. Además, afirma que hoy en día hay formación de calidad y gratuita.

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