Esencial. Debe aprender a desconectarse del trabajo como un acto terapéutico. (Foto: ISTOCK)
Esencial. Debe aprender a desconectarse del trabajo como un acto terapéutico. (Foto: ISTOCK)

Se dice que el colaborador sano sueña con sus vacaciones mientras está en la oficina. En cambio, el workaholic sigue pensando en los pendientes aún de vacaciones.

Esta clase de adicción no se puede reconocer fácilmente, señala Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen para El País, pues explica que “socialmente se aplaude a quien se involucra mucho en su trabajo”. El problema comienza cuando el compromiso con su carrera se transforma en una obsesión por hacer cada vez más.

Hoy en día no se habla del colaborador explotado, sino del profesional de éxito. Situación que favorece la falta de conciencia del problema.

Principales características

Para detectar los signos de una persona workaholic, Tatiana Cuadros, sicóloga clínica, señala que el colaborador se caracteriza por permanecer más tiempo de lo debido en la oficina y/o trabajar fuera de su horario (posiblemente desde su casa) y pierde horas de sueño por trabajar.

También, las personas adictas al trabajo sustituyen su vida privada por su desempeño profesional, indica Emilio Lafferranderie, director de la Facultad de Psicología en la UPC.

“Puede que esta persona se levante de madrugada angustiada por temas de la oficina y no percibe fatiga aunque descanse muy poco”.

Lafferranderie agrega más síntomas, como irritabilidad, pérdida de interés en actividades extralaborales, imposibilidad de desconectarse del trabajo, insomnio e incluso falta de deseo sexual.

Profesionales de éxito

Existe un doble discurso laboral, señala el docente. Explica que el ‘burnout’, es decir, el síndrome de agotamiento laboral, está disfrazado de eficiencia. “Vivimos en una cultura que alienta el rendimiento como sinónimo de valoración profesional”, comenta Lafferranderie.

Por eso, una persona que sufre de esta condición puede reconocerse como workaholic y considerarse un trabajador ejemplar. Sin embargo, no todas las personas tienden a convertirse en adictas.

Personalidades con tendencia al perfeccionismo, la producción exagerada y con sentido de urgencia son las más propensas a hacerse adictas al trabajo, sostiene Cuadros.

“Si la persona no concluye una actividad, se siente incompleta y no puede dejarla para el día siguiente”.

El problema con ello es que “difícilmente saben administrar su tiempo con las tareas. No diferencian lo importante de lo urgente. Es por eso que pareciera que no terminan nunca”, dice la especialista.

Consecuencias

Ante la falta de descanso y aumento de tareas, se desarrollarán enfermedades sicológicas y físicas.

Cuando el cuerpo está sometido al estrés, se elevan los niveles de cortisol en sangre, que afecta al corazón produciendo hipertensión; y al tener sistema inmunológico bajo, afecta al peso y propicia la pérdida del cabello, enumeran los especialistas.

Para Cuadros, esta constante fatiga hará que se cometan más errores, ya que “automáticamente se desconecta para protegerse y obtener algún tipo de descanso”.

La ansiedad es uno de los síntomas que aparecen por lograr realizar las tareas en el menor tiempo posible, por el sentido de urgencia que hace que nosotros veamos como real urgencia todas las asignaciones.

Desconectarse del trabajo

Expertos coinciden en que lo mejor para salir de la adicción es tratar de desconectarse poco a poco.

“Es importante establecer horarios y describir las actividades a realizar, ya que ello le ayudará a priorizar”. De esta manera, podrá organizarse mejor en sus labores diarias y obtendrá una mejor vida profesional y personal.