Wayo Whilar
Wayo Whilar

Desde hace 35 años, el arquitecto Wayo Whilar pasa la mayor parte del tiempo en un pequeño cuarto de paredes azules, el cubículo donde no ha diseñado casas, sino tablas de surf a todos los campeones nacionales.

El ‘shaper’ de 69 años es el confesor de tablistas de distintas generaciones. Llegan desde pequeños, como alguna vez lo hizo Sofía Mulánovich, esperanzados en conseguir a la compañera ideal para el agua.

¿Es un símbolo de estatus una tabla de Wayo Whilar?
Yo no me considero el mejor, creo que mi formación como arquitecto me ha ayudado mucho a diseñar. Hacer una tabla es como cuando haces una casa: no es la primera idea la que funciona, necesita modificaciones.

¿Cómo cuida su marca?
Lo nuestro es un marketing boca a boca. Alguien corre bien y cuando sale, ven la tabla que tiene. Eso vale un montón. A todos les hago buenas tablas, no solo al mejor. El más ‘trome’ puede correr con cualquiera. Incluso pienso más en el que está iniciando. Si le das una buena tabla y siente que correr es bonito, seguirá haciéndolo.

¿En qué se diferencia su servicio?
Empecé como ‘shaper’ a los 15 años, desde 1966. Yo he corrido tablas y fabricado en toda la evolución. Una tabla comienza cuando me dices que quieres una. Todo es personalizado. No nos enfocamos en cantidad, sino en calidad. Desde el niño más pequeño de 6 años hasta un señor de 130 kg.

¿Es un valor agregado saber surfear para hacer tablas?
Es importantísimo para un tablista competitivo. La tabla tiene que funcionar como él quiere, si no pierde puntos, velocidad, quiebra y se atraca.

¿La tecnología es amigo o enemigo de su profesión?
Hay programas de diseño que te dibujan la tabla y el corte es perfecto. Pero es bueno también hacer la tabla 100% a mano. En diciembre, uno de los motores se malogró y todo el verano trabajé a mano. Si nunca has ‘shapeado’ a mano, ¿qué haces? Se te acaba el negocio.

¿Una tabla nueva es siempre una necesidad o también un antojo?
Por las dos razones (risas). El año pasado me hice tres. La última creo que ahora flota mucho, así que necesito una un poco más fina. Es que con el tiempo uno también cambia, engorda, está más flojo, no corre todos los días.

¿Qué enseñanza le deja a su hijo que continuará con este oficio?
Hay cosas muy simples que se adquieren con la experiencia, como sacarle punta a un lápiz. Cuando él dibuja sus tablas lo presiona para que marque. Yo le digo: “Cuñado, sácale punta, es solo un ratito”. Es importante porque una línea gruesa te hace perder un montón de área y cambia la forma. Él es necio y siente que pierde el tiempo. En la parte más sencilla del diseño, podrías malograr bastante.

¿Cómo se actualiza?
Converso con todos los tablistas y miramos tablas de afuera. Si ellos me dicen que una tabla es buenaza, analizamos qué tiene de diferente.