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El Cronista Comercial de ArgentinaRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

Flavia Rizzuto.- El mundo del vino es, a nivel internacional y en general, un ámbito donde se encuentran más hombres que mujeres. Sin embargo, la tendencia va cambiando con el transcurso de los años. Trabajo desde hace tiempo en el sector, y siempre hubo mujeres destacadas, sea en la enología, la sommellerie o el área comercial de las bodegas.

En muchas oportunidades se suele recurrir a calificaciones de género para explicar la destreza: "Ellas son más sensibles, más detallistas". En mi carrera profesional me he encontrado con hombres detallistas y sensibles, y mujeres que no lo eran. Sinceramente, no creo en los adjetivos por género.

Copa de vino tintoEn este mismo sentido, muchas veces se hace referencia a vinos para mujeres o vinos apuntados a la mujer. En general, son frutados, frescos, más ligeros, para beber jóvenes y de estilos secos a dulces.

Quizás esta afirmación sea adecuada en lugares donde la mujer no consume vino –o alcohol, en general– y se ajusta más a esa condición que al género en sí. Esos vinos apuntan a los segmentos de consumidores que recién entran a la categoría y comienzan a beber vinos simples y fáciles de entender.

También apuntan a momentos de consumo específicos, como el aperitivo, como los cócteles, en ambientes informales o en la sobremesa. Pero en lugares donde la mujer tiene cultura vitivinícola, como la Argentina, probablemente esta segmentación no responda a la realidad.

Existen varias encuestas, como la conducida en Vinexpo, con foco en las consumidoras del Reino Unido, o el estudio de mercado del Observatorio Español del Mercado del Vino, que echan luz al respecto. Uno de los resultados más interesantes es que las poblaciones encuestadas consumen mayor cantidad de vino tinto que de otros estilos.

Ambos relevamientos también afirman que hoy las mujeres son las que adquieren y eligen el vino en mayores oportunidades: desde los supermercados, donde se llevan el porcentaje más alto de decisión y compra, hasta las tiendas especializadas y los restaurantes, donde se verifica un marcado protagonismo.

Con sorpresa, sigo escuchando descripciones de vinos con el adjetivo femenino. Un vino femenino es, supuestamente, elegante, suave, equilibrado… Conozco muchas mujeres que responden a ese arquetipo, y otras que no tanto, sin por eso dejar de ser femeninas.

En oposición, se habla de vino masculino haciendo referencia a un gran cuerpo, estructura y taninos marcados. No es extremista pensar que, en los días que corren, estas calificaciones hacen referencia a patrones arcaicos que nada tienen que ver con el rol de la mujer (ni del hombre) actual.

En muchas oportunidades se suele recurrir a calificaciones de género para explicar la destreza: "Ellas son más sensibles, más detallistas". Por otra parte, en los restaurantes argentinos se produce un fenómeno también singular en relación con la sommellerie.

En otros países, la tarea está más reservada a los hombres, por ejemplo en Francia, donde se encuentran pocas mujeres sommeliers (pero las que hay, suelen destacarse). Mi teoría es que allí se trata de una carrera con mucha tradición y que la baja representatividad actual responde a un modelo anterior que, de a poco, se va modificando.

En la Argentina, en cambio, vemos con satisfacción cómo hombres y mujeres se integran de la misma forma al ejercicio profesional desde las aulas de CAVE-Centro Argentino de Vinos y Espirituosas. Es una especialización nueva en Argentina, por lo que el patrón de funcionamiento refleja un modelo de igualdad de oportunidades en base a la evaluación de conocimiento y experiencia. Y donde el género, ciertamente, no cuenta.

Datos • 6 de cada 10 mujeres eligen vinos tintos. • 80 % elige el vino para su hogar, con el precio como criterio principal, seguido por variedad y país de origen. • 70% de las mujeres muestra escepticismo frente a las campañas de márketing enológico dirigidas específicamente a ellas.