(Bloomberg) En momentos en que todas las marcas hoteleras apuntan a atraer millennials, los hostels hacen lo opuesto. Están creciendo, poniéndose más sofisticados y hasta satisfaciendo las necesidades de viajeros de negocios amantes del diseño.

En realidad, hay que olvidar todo lo que se cree saber sobre los hostels: habitaciones comunes sucias en Grecia, Wi-Fi desastrosa en Budapest o pisos pegajosos de cerveza en Berlín.

Los hostels actuales están diseñados con inteligencia, y algunos pertenecen a nombres reconocidos en el plano internacional. Tienen habitaciones individuales y compartidas. Cuentan con piscina en el techo y conserjes que hasta ocupan su puesto detrás del mostrador de la recepción. Uno cuenta incluso con el mejor bar de los Estados Unidos.

"Cuando lanzamos Freehand (en 2012), era un experimento", dijo Andrew Zobler, fundador y CEO de la primera marca cara de hostels en los Estados Unidos.

Pasados cuatro años, el concepto ha despegado: la compañía abrió una propiedad en Chicago el año pasado y tiene otras dos en proceso, una en Los Ángeles (cuya inauguración está prevista para enero) y otra en Nueva York (que abrirá en el otoño boreal de 2017). Los huéspedes sólo en ocasiones son mochileros. Con frecuencia son grupos de amigos, familias o "viajeros internacionales que buscan una experiencia y que podrían haberse alojado en lugares mucho más caros".

Muchas otras compañías de hostels apuntan ahora a viajeros de mayores recursos, entre ellas Generator, que cuenta con 14 propiedades en Europa; Wombats, en ciudades como Berlín y Viena; Clink en Londres y Ámsterdam; y Meininger, de la operadora de viajes de lujo Cox & Kings.

La repentina proliferación de esos hostels caros despierta interés entre todo tipo de viajeros.

Según datos globales de Hostelworld, el mayor buscador de hostels del mundo, el 9,3 por ciento de las reservas corresponde a viajeros de 41 años o más; otro 20 por ciento es del segmento de entre 31 y 40 años. El grupo más numeroso de los hostels en 2016 no está conformado por adolescentes y mochileros, sino por profesionales jóvenes de entre 25 y 30 años, que representan algo más del 40 por ciento de los huéspedes de los hostels. Para quienes viajan solos, un hostel ofrece una experiencia de viaje de negocios más atractiva que el promedio de los hoteles comprendidos en los presupuestos de las empresas.

"A nuestros hostels no sólo llegan millennials de menores recursos", dijo Frederick Korallus, el máximo responsable de Generator, "sino también la generación Z, familias con varios niños, profesionales creativos –diseño, modas, tecnología de la información, desarrollo de software- y hasta parejas cuyos hijos ya se han independizado".

Nota Original: At Fancy Hostels, Business Travelers Are Replacing

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