Redacción Gestión

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(Bloomberg).- En una pequeña balsa en una idílica ensenada de Capri, un hombre musculoso con un escueto traje de baño está de pie frente a una mujer que toma sol en un bikini blanco. La cámara se acerca y toma una imagen panorámica de su entrepierna. Él salta al agua. Ella ansiosamente lo sigue. Ambos suben de nuevo a la balsa, el agua gotea de sus cuerpos fibrosos en cámara lenta. Ella pone sus brazos alrededor de su cuello y lo besa. Él afloja la parte superior de su bikini.

El sexo vende perfumes. Dolce & Gabanna realizó ese comercial en el 2010 (y otro anuncio publicitario similar tres año después) para Light Blue, una de sus marcas de colonia. Sin embargo, el anuncio podría haber servido para casi cualquier fragancia de gama alta durante las últimas dos décadas. El mensaje es simple: una aplicación y usted será afortunado.

Ahora, algunas marcas están revirtiendo esta tendencia, apostando a que un grupo de clientes más joven no anhela fragancias hiper sexualizadas. Phlur, una nueva startup de fragancias de Austin, vende perfumes unisex que rehúyen las lujuriosas normas del sector. Cada perfume es descrito más como una vela aromática que como un spray mágico que convertirá a quien lo use en un imán sexual. Eso no es lo que desea el consumidor moderno, dijo Eric Korman, máximo responsable y fundador de Phlur.

"Los mismos estereotipos y generalidades que se han aplicado durante los últimos 25 años, hoy no sirven", agregó Korman, de 45 años. "No hacen sentido".

Él apunta a la gran división que existe entre colonias masculinas y perfumes femeninos. Hubo un tiempo en el que a los hombres no les importaba usar esencias florales. Sin embargo, al pasar los años, las marcas acrecentaron las diferencias entre los perfumes masculinos almizclados y las esencias femeninas florales. Korman, un ex jefe de comercio electrónico para Ralph Lauren, quiere que los compradores decidan por sí mismos.

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Phlur vende sus fragancias en línea y utiliza imágenes para describir los perfumes. Cada oferta trata de evocar una sensación, más que el compromiso genérico de volverlo a uno sexy. Un aroma intenta inspirar un momento de escape, que permita reconectarse con la naturaleza y recobrar energías. Otro se propone infundir confianza interna y un sentido de propósito a lo largo de la jornada laboral.

Korman sabe que el sexo llevó a la industria a donde se encuentra hoy. Pero con una generación más joven que exige una mayor sofisticación, y una relación más profunda con los productos de las marcas, él cree que el marketing sexualizado no genera el impacto de antes.

"El mensaje es fácil de transmitir", dijo Korman. "Solo que no es muy inteligente".

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