Mujeres. (Foto: iStock)
Mujeres. (Foto: iStock)

Los sueños de una capitana de la selección peruana de fútbol

Cuando era niña, sus padres la enviaban a comprar a la bodega, pero ella se quedaba jugando fútbol con los chicos del barrio. “Tiraba la pelota por el techo y me demoraba más de una hora. Yo era la que ‘empilaba’ y sacaba a los otros niños de sus casas para jugar”, recuerda Miryam Tristán, futbolista y capitana de la selección peruana.

“El fútbol es mi vida y representar a la selección de su país es lo máximo a lo que un deportista de élite aspira. Y hacerlo como capitana es un plus porque eres la líder de un grupo, el profesor y las compañeras confían en uno, en que puedas enfocar al equipo en busca de un solo objetivo”, señala orgullosa Tristán.

Su otra meta es también lograr que el fútbol femenino en el país se profesionalice, como lo es en varones. “No hay una brecha, sino un abismo entre hombres y mujeres futbolistas”, se lamenta. “Si el fútbol femenino fuera profesional, tendríamos un sueldo que nos permita enfocarnos solo en lo deportivo. Los chicos solo se dedican a jugar y a nosotras también nos gustaría tener eso”, indica.

Por ello, señala que aún es difícil para una mujer dedicarse a este deporte, a pesar de que han mejorado los tiempos. “El fútbol femenino tiene que ir de la mano con los estudios porque sabemos que no es rentable”. Aun así, anima a las chicas a pelear por sus metas y a tener disciplina para lograrlas. “Y a los papás, que las apoyen y las ayuden a construir sus sueños”, afirma.

Recuerdos de una gamer, su consola retro y la cabina de Internet

Antonella Aservi conoce lo que es el pulsar los botones del mando de una consola desde que tiene tres años. Competía contra sus hermanos, tíos y primos. Pero no solo jugaba con hombres, dos veces a la semana también lo hacía con su mamá.

El supermercado era su parada de juegos, pues al que solían ir disponía de una Nintendo 64. “Bastante retro”, recuerda la gamer de 30 años, cuya mejor amiga se dedica a la musicalización de videojuegos. “Hay un montón de mujeres en este mundo”, apunta Aservi, quien estuvo también en las oficinas de Blizzard en Estados Unidos y fue testigo de la cantidad de féminas que laboraban allí. “Y no en áreas de marketing, sino como desarrolladoras”, enfatiza.

La jugadora que ahora está empeñada en romper las torres de sus oponentes en League of Legends se considera competitiva pero no viciosa. Hace reviews de videojuegos, pero nunca estuvo en sus planes ser gamer profesional de eSports, pues “al igual que una bailarina de ballet o un futbolista, se empieza desde pequeño siendo experto en un juego”. Y ella es de la generación que jugaba en las cabinas de internet Strike 1.6 y en la que ganar significaba ahorrarse los S/ 3 que costaba alquilar una hora la computadora.

Entonces reparte su tiempo entre ser administradora y auditora en proyectos de solución de problemas, leer libros de psicología, conducir el programa educativo de tecnología “Huella digital”, ver series de anime, e, incluso hacer ejercicio. “No me gustaba lo último, pero encontré videojuegos que ayudan”, añade amena.

La complicidad ideal para el logro de objetivos en equipo

Carla Yuta supo desde que estaba en el colegio que quería ser ingeniera. Su padre quiso convencerla de elegir la electrónica, como él, pero ella optó por la ingeniería de gestión empresarial. Y no se equivocó. Hace un mes es la nueva subgerente de galvanizado en Tupemesa, empresa del sector industrial.

“El mundo laboral no me había permitido tener un espacio práctico para desarrollar mi formación universitaria, pero ya llegó mi oportunidad”, comenta Yuta con marcada emoción.

Ella tiene a su cargo a 40 personas y es la encargada de verificar el mantenimiento en planta y de supervisar la actividad de los operarios, que son hombres en su mayoría. “En la presentación formal, veía los rostros de extrañeza porque muchos de ellos tienen más de 20 años en la empresa y siempre han tenido jefes hombres. El ver allí a una mujer con casco, botas y mameluco les sorprende”, cuenta.

Sin embargo, pasada la sorpresa inicial, la relación entre ambos jefa y empleados fluye con naturalidad. “Veo mucha disposición de tener a una mujer liderando el equipo”, afirma.

“Es ideal que haya un balance ideal entre hombres y mujeres en un equipo. Eso hace que se logre una complicidad para el logro de objetivos”, sostiene. Actualmente, la empresa cuenta con un 20% de personal femenino y tiene programas para aumentar la presencia de mujeres en todas las áreas.