Bloomberg.- Travis Kalanick hizo de Uber Inc. una fuerza mundial al romper todas las reglas. El próximo máximo ejecutivo tendrá que ser un diplomático, alguien que comparta el poder y un defensor de los controles internos largamente descuidados en la startup más valiosa del mundo. Es mucho pedir.

Si bien la sorpresiva renuncia de Kalanick despeja el camino para un nuevo líder, encontrar a alguien del calibre indicado que esté dispuesto a hacerse cargo de una tarea tan difícil no será fácil.

Uber ya tenía dificultades para encontrar un número dos que cumpliera la función de director de operaciones. Eso se presentó como la supervisión de un adulto para Kalanick en momentos en que la compañía trataba de poner fin a una crisis por acusaciones de acoso sexual y otras irregularidades.

Un nuevo CEO tendrá más poder para hacer cambios reales del que podría tener un segundo al mando. Kalanick, que según se dice controlaría la mayoría de los derechos de voto de Uber, mantendrá su lugar en el directorio, de modo que el nuevo jefe seguirá estando bajo la mirada de un poderoso fundador.

Además, la forma en que Kalanick fue desbancado por un grupo de accionistas es extraña. Hace sólo una semana, varios miembros del directorio manifestaron en una reunión de todo el personal que el fundador sólo se tomaría licencia.

¿Qué cambió? ¿Por qué esos accionistas –que habrían estado encabezados por el miembro del directorio Bill Gurley de Benchmark Capital y acompañados por otras cuatro firmas de inversión- actúan repentinamente después de meses de escándalos?

Que fuera una carta enviada por los cinco accionistas lo que obligó a Kalanick a tomar su decisión, y no una acción de la junta directiva, plantea dudas sobre la futura conducción de Uber. ¿El directorio estaba dividido en cuanto a su destino?

El juego de las adivinanzas sobre los reemplazos –algunas sin duda fantasiosas- ya ha comenzado. Nombres como el de la número dos de Facebook Inc. Sheryl Sandberg y la titular de Hewlett Packard Meg Whitman ya circulan en los medios. Hace poco The New York Times informó que se barajaba a David Cush, ex máximo ejecutivo de Virgin América, como director de operaciones.

En realidad, convencer a la auténtica realeza de Silicon Valley de que se sume a la empresa podría ser difícil dada la magnitud del desafío que representa Uber.

La compañía, cuya última valuación privada fue de US$ 69,000 millones, está aumentando sus ingresos rápidamente: fueron de US$ 6,500 millones el año pasado. Pero las pérdidas siguen siendo grandes incluso después de que se retirara de China, donde capituló ante un duro rival local.

La idea de que un servicio de transporte urbano privado sería un mercado en el cual el ganador se quedaría con todo y donde se impondría la mejor tecnología, resultó estar equivocada.

En los Estados Unidos, Lyft ha renacido. Entretanto, los clones de Uber están logrando realizar grandes rondas de financiamiento en lugares que van desde India a América Latina y Oriente Medio.

Después está la interminable batalla de la regulación. En algunos países, Uber podría acabar ofreciendo a los conductores, a los que desde hace mucho mantiene como contratistas, términos más parecidos a los de los empleados.

También hay una molesta demanda por cuestiones de propiedad intelectual presentada contra Uber por la sociedad controlante de Google, Alphabet Inc., relacionada con la tecnología de los autos autónomos.

Es una herencia pesada, incluso para un ejecutivo experimentado. Me pregunto si el recién llegado no terminará siendo alguien que le guarde el lugar mientras Kalanick se pone a trabajar seriamente en su autosuperación.

Hace poco vivió una tragedia personal cuando su madre murió en un accidente y su padre sigue enfermo. Kalanick algún día podría ofrecer regresar si Uber vuelve a trastabillar, tal como Steve Jobs recuperó el control de Apple Inc. después de ser despedido.

Como tuiteó Gurley, pocos empresarios han tenido un impacto tan perdurable en el mundo como Kalanick. Sigue en pie la pregunta de cuánto se beneficiará la misma Uber.