Los tiros libres

Los pateadores de tiros libres estampan trayectorias muy particulares sobre su balón.

La pelota parece salir en línea recta pero enseguida se desvía de su camino para terminar dentro del arco.

Al patear, el jugador no toca el medio del balón. Le pega a un costado haciéndolo rotar sobre él mismo.

Al principio, el balón se mueve a gran velocidad. Esto provoca que el aire que circula alrededor de él forme lo que se llama un flujo turbulento.

El balón encuentra poca resistencia y su trayectoria es prácticamente rectilínea.

Al bajar la velocidad, el flujo de aire se calma y se desliza alrededor de la pelota.

Se convierte en un flujo laminar y en consecuencia la velocidad con la que se mueve el balón disminuye fuertemente.

El efecto Magnus provoca que la rotación del balón acelere el flujo de aire de un lado y lo aminore del otro.

Se produce una sobrepresión de un lado y una depresión de otro.

Lógicamente el balón es aspirado por el lado de la depresión. Y así es que se desvía de su trayectoria inicial.