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Surgieron durante la convulsa década del ochenta, se separaron en el 2000 y ahora, con algunas canas pero con la misma actitud, vuelven a los escenarios.

La banda de hardcore punk G3 anunció un nuevo reencuentro con sus seguidores para el próximo 8 de marzo.

Además de los fans, ¿qué motiva a un conjunto musical a pararse otra vez frente a una multitud? Pero, sobre todo, ¿qué factores hacen mantener vigente a un conjunto de rock en tiempos en los que reinan otros géneros?

Vigencia
“La banda tiene público de tres generaciones”, comenta Gonzalo Farfán, vocalista de G3. “En los conciertos hay desde gente de 18 años, que no había nacido cuando nos separamos, hasta padres que llevan a sus hijos”, agrega.

Otra razón para volver a tocar es el ‘revival’ que ha experimentado el llamado rock subterráneo, movimiento musical que vivió su auge entre fines de los 80 y los 90.

“Las reediciones de discos, libros y documentales muestran que existe un interés por escuchar a las bandas que aparecen en ellos”, explica el bajista Gabriel Bellido.

Otro argumento a favor es la atemportalidad de las letras, según los integrantes del grupo. Ayer, ahora y siempre existirán las mayorías equivocadas y los antisociales, parafraseando dos temas de la banda.

Otro ingrediente a tomar en cuenta es “el no ser tan comercial”, argumenta el baterista Guillermo Figueroa. “Ese es el público más fiel”, añade.

De otro lado, “Pipe” Villarán, guitarrista del grupo, afirma que la nostalgia es un factor importante cuando se habla de retornos musicales.

“El no estar haciendo música nueva y tocar temas del pasado ya es por definición un show nostálgico”, señala.

Industria musical
Cuando G3 se formó, el grupo cobraba sus entradas a conciertos en intis, recuerdan sus miem-bros. Pasaron los años y en los 90 verlos en vivo llegaba a costar S/ 10. En el próximo show, el costo del ticket es S/ 80 (ver en corto).

“Los precios han crecido porque los espectáculos son de mejor calidad, los equipos cuestan más y el personal técnico gana más”, explica Farfán.

También se debe a la profesionalización de la industria musical rockera, de acuerdo a Figueroa. “El show más grande del Perú, Vivo X el Rock, no tiene nada que envidiarle a Lollapalooza, excepto las bandas”, dice entre risas Bellido.

Además, parte de los servicios como el booking, management y producción de escenario se tercerizan en la actualidad, algo inimaginable en la época del 80.

“Hay músicos y técnicos que ahora viven de esto. En nuestro caso, no”, admite Farfán. No obstante, eso no les quita las ganas de seguir. “Hemos pasado tocando del siglo XX al siglo XXI. Y nos vamos para el XII”, se ríe Bellido.