redes sociales
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Más de 60,000 seguidores en Facebook suman “La Red” e “Isolina”, los restaurantes de José del Castillo. Por eso, la foto de un contundente osobuco estofado con vino o de un refrescante ceviche suelen superar el centenar de likes y comentarios.

Las redes sociales hoy son esenciales en el mundo culinario, reconoce el chef. Pero, para él, Facebook, Twitter o Instagram a veces también pueden jugar en contra.

Del Castillo conversó con Gestión sobre esta tendencia, sus proyectos e “Isolina”, que en el 2017 ingresó al ranking de los “50 Mejores Restaurantes de Latinoamérica” en el puesto 41.

¿Qué tan importantes son las redes sociales para los restaurantes?
Son muy potentes porque te acercan a las personas, pero también son un arma de doble filo para los restaurantes. Si se hizo algo mal, está bien que se reclame, pero muchas veces una pequeñez puede agrandarse demasiado y salir del punto inicial.

¿Lee los comentarios en las redes sobre sus restaurantes?
No, nada, tampoco los de páginas como Trip Advisor. No los leo porque a veces escriben sin sentido. Me afecta cuando veo cosas que siento que son injustas y no se puede hacer nada al respecto.

¿Y si qué pasa cuando el restaurante sí comete un error?
Si se “metió la pata”, es la cuenta del restaurante la que debe pedir las disculpas, además de otras acciones. Yo personalmente no, porque podría agrandarse todo.

¿Suele subir fotos de sus platos a las redes sociales?
Sí, pero no lo hago con la intención de atraer clientes. Seguramente, de 200 likes que puedo recibir, solo uno de los que dio clic va a comer ese día al restaurante.

Entonces, ¿cuál es la finalidad de compartir esas fotos?
Pienso que crear cierta “necesidad” en la gente. Por ejemplo, que alguien quiera un seco con frejoles un día y recuerde que vio una foto de uno que se veía bien quiera comer ese mismo seco.

Las claves del ascenso
¿Cuál fue la estrategia para que “Isolina” se posicione como uno de los mejores restaurantes de Latinoamérica en poco tiempo? Hacer bien las cosas y replicar secretos, hacer buenas recetas y empalmarlas en una linda historia.

¿La experiencia del comensal fue una prioridad en “Isolina”?
Definitivamente, un restaurante que no te cuente algo, aparte de ofrecerte comida rica, ya no funciona. Hoy el cliente busca toda una experiencia, desde que entra al restaurante hasta que se va.

¿Cómo se logra eso?
Afinando los detalles. Para un cocinero, su restaurante es su casa. Y si invita a gente a ella a comer, quiere que se mantenga feliz. Por eso se esmera en los detalles. La gente ya se cansó de ambientes fríos, donde hay mucha formalidad. Quiere restaurantes más caseros, con platos que nos hagan voltear a mirarlos.

¿Qué tan importantes son los premios para los restaurantes?
Yo no me estreso con eso, pero me encantaría seguir escalando posiciones con “Isolina”. Por eso, vamos renovando platos, pero tampoco podemos hacer mucho porque la gente se acostumbra a algunos y los reclama si no los encuentra en la carta.

¿Qué platos recomienda probar en “Isolina”?
El escabeche de bonito, la papa rellena y el seco de asado de tira. Esos son los emblemáticos del local.

Planes del 2018
¿Cuáles son sus proyectos a corto plazo?
A fines de verano, cerca a “La Red” de Miraflores, abriremos una barra criolla. Será un restaurante al paso inspirado en las barras de ceviche, pero con comida criolla, casera, limeña, al estilo de una taberna antigua.

¿Hay planes de expansión para “La Red” o “Isolina”?
No. El concepto de cebichería ahora es difícil de manejar. En tanto, “Isolina” siempre será uno solo en Lima, aunque estamos evaluando llevarlo fuera del Perú más adelante. Podría ser a Santiago de Chile o Bogotá.