(Foto: AFP)
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El periodista Patrick Radden Keefe, que en “El imperio del dolor” hace un retrato demoledor de la dinastía Sackler, cuya fortuna se construyó con el Valium y el OxyContin, declaró en Barcelona (España) que “aunque las farmacéuticas buscan sus beneficios, han sido capaces del milagro de las del COVID”.

Consciente de que el libro podría ser usado por negacionistas del coronavirus y conspiranoicos de las vacunas del , Radden Keefe confiesa que se siente “incómodo” de que este libro aparezca en el 2021 en plena pandemia, mientras lleva en su cuerpo la vacuna de Pfizer.

“Se puede ser escéptico de las farmacéuticas, a las que solo les mueve el negocio, pero no se puede negar la verdad científica. Las farmacéuticas son una industria, pero también son capaces del milagro de las vacunas y no quiero dar argumentos a los antivacunas”, explicó.

La familia Sackler, una de las más ricas del mundo, es conocida, explica el periodista este miércoles en el CCCB, por su actividad filantrópica: “Su nombre adorna los muros de instituciones como Harvard, el Metropolitan, Oxford o el Louvre”.

El origen de su patrimonio siempre fue dudoso, hasta que salió a la luz que lo habían multiplicado gracias a OxyContin, un potente analgésico que catalizó “la crisis de los opioides” en Estados Unidos.

“El imperio del dolor” (Reservoir Books en castellano) comienza en la Gran Depresión, con la historia de tres hermanos dedicados a la medicina: Raymond, Mortimer y Arthur Sackler, dotado de una visión especial para la publicidad, que contribuyó a la primera fortuna familiar ideando la estrategia comercial de Valium.

Tras unas décadas, Richard Sackler, hijo de Raymond, pasó a dirigir los negocios del clan, incluida Purdue Pharma, su propia empresa fabricante de medicamentos, y basándose en las tácticas agresivas de su tío Arthur para vender el Valium, lanzó un fármaco que había de ser definitivo: OxyContin, con el que ganaron miles de millones de dólares, pero que, como ha dicho Radden Keefe, “ha terminado por arruinar su reputación y su nombre”.

El autor comenzó a investigar los secretos de la dinastía en el 2017, partiendo de su interés por el mundo de las drogas ilegales, que le había llevado a escribir sobre el cártel de Sinaloa, que introducía “las drogas que demandaban los Estados Unidos”.

Tras constatar que desde el 2010 había aumentado el tráfico de heroína del cártel mexicano, descubrió que “hasta entonces los estadounidenses consumían más medicamentos legales derivados de opioides, y de ahí pasaron al fentanilo y luego a la heroína; y el origen de todo fue el OxyContin, fabricado por Purdue Pharma, que les proporcionó unos ingresos de US$ 35,000 millones”.

La “epidemia de los opioides” es la causante, añade Radeen Keefe, de cerca de medio millón de muertes en Estados Unidos en las últimas dos décadas, y de dos millones de adictos.

El autor de “No digas nada” defiende el argumento de que “la frontera entre lo legal y lo ilegal es muy tenue: Purdue Pharma dijo que no era adictivo y que no podía derivar en un mal uso y aconsejaron a los médicos a que prescribieran el OxyContin incluso a pacientes no graves”.

Mucha gente comenzó a tomar este fármaco con receta, añade, pero “pronto se acabó haciendo un mal uso y a venderse en el mercado negro”.

“El imperio del dolor” es también “un libro sobre el sistema que permitió que actuaran de manera ilícita” en referencia al organismo regulador norteamericano FDA (Food and Drog Administration).

“Un funcionario del FDA que se ocupó de la homologación del OxyContin acabó trabajando para Purdue” y cuando Radden Keefe pidió vía judicial información sobre este funcionario le respondieron que “no había nada, o se había perdido o había desaparecido”.

Radden Keefe intenta demostrar que esto que ha pasado “no es nuevo” y recuerda el ejemplo de uno de los clientes de Purdue en los años 50, Pfizer, “implicado entonces en un soborno”.

Aunque las instituciones culturales continuaron actuando igual con los Sackler tras la publicación del artículo inicial de Radden Keefe en The New Yorker en el 2017, algo se movió con la aparición del libro en el 2021, con la campaña iniciada por la fotógrafa Nan Goldin, que se estaba recuperando de una adicción a OxyContin y la decisión del fiscal de Massachussets de encausar a la empresa y a la familia.

“Fue entonces cuando algunas instituciones como la Universidad de Tel Aviv, el Louvre o la Serpentine Gallery de Londres retiraron el nombre de los Sackler, y el Metropolitan de Nueva York está evaluando hacer lo mismo con el ala que lleva su nombre. El director del MET no se ha pronunciado, pero ha dicho que está leyendo ‘El Imperio del dolor”.

Radeden Keefe, que resta importancia a las “amenazas legales” recibidas, piensa que al final los Sackler “han salido airosos”, porque “la familia ha salido libre; Purdue se declaró en suspensión de pagos, los Sackler fueron retirando dinero de la empresa, que acabó en quiebra”.

La familia, resume el periodista, “pagará US$ 4,500 millones durante diez años por los efectos del medicamento, pero no admitirá nada ilegal y no se les podrá enjuiciar nunca más. Y su fortuna actual, que se estima en US$ 1,000 millones, se sabe que acabará siendo mayor solo por los intereses que genera”.