Estatura pequeña (apenas metro sesenta), contextura delgada, voz aguda. es quizá una de las artistas menos convencionales de la escena local: ha convertido lo experimental en un factor inherente a ella y ha logrado cautivar a un nicho específico. No hace conciertos, sino performances. No replica proyectos, sorprende siempre con algo inédito dentro de su enfoque interdisciplinario.

Su conexión con la música no es reciente. A los dos años Pauchi descubrió la flauta dulce; a los cinco, el violín; desde entonces no ha cesado: se ha inmerso en el violín andino, el judío, el chino, hasta el del norte de India; pero ahora le preocupa explorar distintas formas de expresión a través del sonido, con énfasis en lo electrónico.

"Siempre he querido hacer música, depende de cada uno cómo se aproxima a ella, por eso durante mi trayectoria no solo me he dedicado al violín, también me he interesado en una búsqueda que prefiero no tenga etiquetas para que siempre sea un proceso creativo que sorprenda", sentencia Pauchi al ritmo de sus manos, como si estuviese frente a una orquesta imaginaria.

Así, la artista –de ascendencia japonesa- ya ha encabezado varias intervenciones sonoras en espacios no convencionales. Tan solo el mes pasado hizo una intervención en el techo de un edificio abandonado en el Centro de Lima, anteriormente ha montado performance en el depósito de una fábrica abandonada, incluso ha 'invadido' el sótano de un estacionamiento en la Plaza San Martín, a lo que se suma un solo de cuatro horas en el baño de una tienda barranquina.

Pero antes de emprender una nueva aventura, se comunica con el espacio a fin de determinar qué propuesta es la ideal. Su sonido establece así un dialogo con cada ambiente, con cada audiencia.

Esa es la manera en que Pauchi ha encarado la ausencia de recintos para exposiciones sonoras. "Si no hay espacios, los inventas, pues". ¿Cómo los escoges? "por empatía, estoy convencida de que hay lugares que comunican algo, que proveen 'mucha onda', sin que hayas hecho algún sonido".

Nuevo proyecto
Ahora Pauchi Sasaki exhibe una nueva propuesta en la exposición colectiva "Hacer audición", en el , su más reciente creación, 'The Speaker Dress Wearable Sound Sculpture', es un vestido constituido por 100 parlantes conectados entre sí que tiene como propósito mostrar "cómo nos relacionamos con el espacio a nivel sonoro". "Siempre me llamó la atención ser sonido, ser vibración", anota, otra vez, al compás de sus manos.

Pauchi reconoce que el nuevo proyecto le requirió denodados esfuerzos antes de estar listo (incluye una batería de 12 voltios y 6 amplificadores, lo que demandó conocimientos técnicos). Pero cuenta que ha aprendido en qué momentos no estresarse para simplemente disfrutar el proceso.

"Hubo pequeños accidentes en el camino: en las versiones beta me he quemado el cabello, a veces salía humo o no emitía sonidos". Pero la artista está convencida en que si todo es perfecto desde el comienzo la pieza no adquiere energía, espíritu ni personalidad. "Y eso es importante".

Hoy revela estar obsesionada con el concepto de expansión y, mientras empuja otros proyectos, la idea que surgió en 2012 no la abandona. "Estoy juntando las piedritas y, solo cuando tenga el bolso lleno, sabré que deberé manifestarlo", adelanta esbozando una sonrisa.

EL DATO
Exposición colectiva. "Hacer la audición" reúne una serie de obras (de artistas peruanos) donde se emplea el sonido como elemento principal. Va hasta el 9 de abril en el MAC de Barranco.