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Por Daniel Goya

Nadie creía en ellos. Ni su propio entrenador. El único que había apostado por ellos –un grupo de jugadores que nadie más quería, veteranos cuya luz se apagaba, novatos sin futuro según la prensa– era el gerente general.

Se llamaba Billy Beane y, para el 2002, había contratado un grupo de beisbolistas que nadie más contrataría. El año anterior, el 2001, había sido eliminado muy cerca de disputar la final del campeonato nacional de béisbol. Una vez más, otra derrota.

Perder ante equipos más grandes, poderosos y con más presupuesto se había convertido en una constante. No podía competir contra la billetera de equipos ricos que le quitaban sus mejores deportistas. Fue por eso que buscó otra manera de ganar.

La historia es conocida en Estados Unidos y en las escuelas de de todo el mundo, pero se hizo mundialmente conocida cuando se filmó Moneyball, una película nominada al Oscar y que contaba con la actuación de Brat Pitt.

Beane armó un equipo ganador en el 2002 con un cuarto del presupuesto de lo que habían invertido los equipos grandes. Lograron el récord histórico de victorias consecutivas y despertaron la atención de todo un país al hacerle frente a equipos con mejores jugadores, que ganaban más dinero y que eran perseguidos por las marcas para que se conviertan en su imagen.

¿Por qué un caso de éxito deportivo fue estudiado por las escuelas de negocio? Porque existe una conexión permanente entre el y la empresa. El deporte y los negocios son el mismo juego, dijo alguna vez el ex-CEO de General Electric, Jack Welch.

Él sostiene que asociarse con otras personas y saber que esas otras personas desean ganar viene de los inicios, de los patios de recreo.

"Cuando uno hace pisadita, y da un paso y otro y pisa al rival, eso le da el derecho a elegir primero, y, por lo general, a quien elegimos primero es al mejor jugador. En fútbol uno elige primero a un buen delantero, y por último elige algún puesto de defensa o al golero", asegura el ejecutivo.

"Cuando uno arma un equipo en una empresa, está juntando y organizando piezas. Los deportes y los negocios son el mismo juego, con los mismos principios", señala.

Por su parte, el deporte y la empresa parecen ser parientes cercanos, siempre enfocados en un resultado, siempre atentos al rival, siempre listos para competir, listos para ganar.

En tanto, Ed Weenk, experto en recursos humanos y autor del libro El pase perfecto, que estuvo en el Perú para dar una charla en Centrum sobre la relación del deporte con la empresa, sostiene que la comparación de un equipo de trabajo con uno deportivo es acertadísima.

"Si todos trabajan para el equipo en lugar de pensar en el éxito individual los resultados pueden conseguirse con mayor facilidad", explica Weenk.

En El pase perfecto se profundiza sobre cómo un buen trabajo previo facilita la labor del siguiente empleado. "En el fútbol, un buen pase hará que el jugador que reciba el balón se sienta más seguro, se le facilite controlar la pelota, tenga más tiempo para decidir mejor y es posible que se concrete el gol que se busca", señala Weenk.

Lo mismo sucede a nivel empresarial. Un buen trabajo previo, una buena investigación, por ejemplo, hará que se tomen mejores decisiones y que se ejecute mejor el trabajo.

Diego Simeone, actual director técnico del Atlético de Madrid, un equipo que no tiene la plantilla ni las estrellas de otros como el Barcelona o el Real Madrid, asegura que el trabajo en equipo multiplica la fuerza y rendimiento. Su teoría parece demostrarse cuando se ve que su equipo obtiene resultados sin contar con los mejores futbolistas de la liga.

"Existen los equipos de amigos, que, por lo general, son los que pierden todos los partidos; y luego está el equipo en el que nos podemos llevar mal pero, cuando entramos, luchamos como amigos íntimos", ha mencionado Simeone.

Otro que sabe de éxitos tanto en el deporte como en los negocios es el consultor en administración y escritor Mike Carson, quien publicó el libro The Manager: inside the minds of football's leaders.

En su publicación, Carson asegura que "ya sea que lideres un club de fútbol y toda su infraestructura o lideres una empresa ejecutiva, las habilidades humanas son bastante similares".

"Dirigir fútbol no es diferente a ser un ejecutivo en donde tienes que equilibrar las necesidades de múltiples partes: inversionistas, accionistas, comités, clientes, consumidores y partes interesadas en general", agrega Carson.

Las analogías deportivas orientadas a los negocios parecen ser una manera de hallar una forma sencilla de explicar las cosas, pero en realidad va mucho más allá de eso. Se trata de una forma de entender que todo lo que se hace con planificación, trabajo y buscando el bien común tiene más posibilidades de conseguir resultados exitosos.

La figura del líder"Las individualidades no sirven para nada. ¿Qué vas a ganar solo? Nada. Debes jugar individualmente para darle fuerza al conjunto", decía Alfredo Di Stefano, señalado por los especialistas como uno de los tres mejores futbolistas de todos los tiempos.

El hombre que podría presumir de ser una estrella prefería alabar el trabajo en equipo. "Si tienes una estrella en tu equipo es bueno, pero más importante es que trabaje para el resto en lugar de para sí mismo", explica Weenk y parece no equivocarse cuando se recuerda la frase que dijera alguna vez el mejor basquetbolista de todos los tiempos: Michael Jordan. El hombre del que se decía que caminaba en el aire dijo alguna vez que "el talento gana partidos, pero el trabajo en equipo gana campeonatos".

No obstante es válido romper mitos, y aquello de que el trabajo en equipo es mejor que el talento individual es uno de ellos. Entonces, es pertinente preguntarse si los modelos deportivos son realmente válidos en el mundo de los negocios.

Mark de Rond, un profesor asistente de estrategia y organización de la Escuela de Negocios Judge en la Universidad de Cambridge, intenta responder la pregunta en un libro de la siguiente manera: "Es problemático, porque, con demasiada frecuencia, las empresas ven la armonía de equipo como un fin en sí mismo.

En vez de eso, un equipo asentado y feliz es el resultado del éxito, más que su causa. Cuando los equipos trabajan bien es debido y no a pesar de las diferencias individuales".

Como ejemplo práctico de ello, basta recordar al equipo del Real Madrid que hace unos años era apodado "los galácticos". Un equipo lleno de estrellas que poco o nada dejaron de trofeos en su paso por el club. Tantas estrellas se opacaban y no hubo un director que los hiciera jugar en equipo de manera exitosa.

Al final de cuentas, las metáforas deportivas solo se quedan en palabras y frases ingeniosas si no son interiorizadas. El liderazgo, el talento, las estrellas, son solo piezas dentro de un engranaje mayor. Los equipos son más grandes que las simples sumas de todos sus elementos, el resultado suele ser exponencial cuando se trabaja bien. Y, si la vida es un deporte, todos estamos obligados a jugar.