Por Luciana Tello   

Hay un sencillo pero poderoso objeto en el mundo de las modelos del : la cinta métrica. Esta se encarga de impedir que personas con menos de 1.75 m pasen la puerta del casting. “Estás avisada en los requisitos”, advierte Stephanie Bragagnini, imagen del LIF Otoño-Invierno 2018. De hecho, fue un centímetro, literalmente, el que la dejó fuera en su primer intento.

Casting y ‘fitting’

Una vez adentro, empieza la verdadera competencia. Se forma una fila de mujeres envueltas en un uniformado ‘total look’ negro de bividí, leggins y stilettos de taco siete.

“Es orden, para que no haya contaminación visual de colores”, comenta Bragagnini sobre el sobrio atuendo. Sin productos en el rostro y el cabello al natural recogido en una cola baja son otras condiciones.

“Si tienes el cabello esponjoso, llévalo de esa manera, porque tal vez gustas así, diferente”, sugiere la modelo de 20 años. Pero no solo importa el físico, sino la estabilidad emocional, según Elena Chenguayen, rostro del evento en el LIF Week Otoño-Invierno 2017.

Jóvenes más altas o flacas hacen la cola, pero Chenguayen evita las comparaciones. “Se refleja en tu forma de caminar frente a los jurados”, asegura. Una actitud increíble puede superar cualquier estatura. De hecho, fotos polaroid y medidas de las candidatas son enviadas a los diseñadores en un PDF para iniciar la selección.

Pero el momento del ‘fitting’ llega con las prendas. La etapa más importante, más difícil y que algunas veces se convierte en la oportunidad para quienes no fueron escogidas. Convencer a un diseñador extranjero es más difícil.

“Siempre buscan chicas de 1.80 m y mido 1.75 m”, menciona Tatiana Camell, quien consiguió su primer desfile de clase con un modista internacional la temporada pasada, después de años. El español Jorge Vázquez necesitaba una modelo que calzara 39. Tres levantaron la mano, pero Camell fue en quien mejor lucían sus prendas.

Backstage y desfile

Detrás del estereotipo de ‘diva’ que cargan consigo las mujeres de pasarela, hay una gran responsabilidad.

Un mal movimiento puede arruinar la prenda y una mancha de lápiz labial podría dejarlas fuera. Vaporizadores y tablas para planchar son como ambulancias ante cualquier emergencia.

Cuando la pasarela requiere a la modelo con más de una tenida, la adrenalina sube: “No te puedes demorar más de un minuto”, afirma Bragagnini. Una persona baja el cierre del vestido y otra introduce el nuevo. Otras manos abrochan y unas más disponen el calzado.

Tras la supervisión del maquillaje y cabello, se corre a revisar el número de orden en la cola. Fer Torrejón, jefe de backstage, da elvistazo final, como la bendición previa a la pasarela.

El show debe continuar, incluso sin un zapato

Anécdota. Elena Chenguayen usó un calzado talla 40, dos números más del correcto. “Estamos acostumbradas a hacer puñito con los dedos del pie. Y yo me aferré con toda mi vida al zapato, pero a mitad de la pasarela se me salió”, cuenta la joven. Empezó a caminar en puntas, pues solo pensaba en una cosa: la foto debe salir bien. “Me funcionó la técnica de cruzar más las piernas”, recuerda. El diseñador le sugirió volver a salir descalza para que el público conserve la emoción a causa del incidente.

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