Si analizamos el éxito comercial que en la década del 90 tuvo “Akundún”, el cuarto disco del músico Miki González, su propio autor lo describe como inesperado.

“Un fenómeno, algo que no se puede explicar”, admite. El creador de canciones como “La pequeña” y “A gozar sabroso”, con las que hace más de dos décadas emprendió una intensa gira nacional e internacional que duró hasta cinco años, ha decidido celebrar el aniversario 25 de la placa discográfica.

González volverá a juntarse con los integrantes de la familia Ballumbrosio, artífices también del famoso álbum, y tocarán esos y otros temas de fusión afro el próximo 21 de junio en el Gran Teatro Nacional.

¿Cuál cree que fue la clave del éxito comercial del disco?
Nadie se esperaba que una canción del folclore afro iba a estar en el mainstream. Además, a la gente le encantaba porque había radio.

¿Por qué?
Cuando tienes un número uno en la radio, la gente va a tus eventos, aunque haya comprado el disco con el pirata. Si no hay exposición masiva, la convocatoria nunca es masiva.

¿Tiene la radio la misma influencia que tenía?
Por sentido común puedo decir que sí. La cumbia o el folclore contratan espacios en las emisoras y sus eventos son masivos.

En el caso de la fusión de ritmos, ¿qué hace falta para que más grupos se atrevan?
Todo depende de lo arriesgado que puedas ser. Si estás convencido y lo sabes transmitir, la gente te sigue.

Si hablamos de fusiones, ¿hay una tendencia actualmente?
Sí, la neocumbia o cumbia electrónica.

¿Le interesa musicalmente?
Sigo la tendencia si es que me gusta. En el 86 hice cumbia con Charly (García) y (Andrés) Calamaro. También un tema con Los Shapis. En los 90 toqué con Los Mirlos en Uchiza, en Tocache. Ahora estoy en otra cosa.

¿En qué está?
Las cosas que he hecho y han tenido éxito fue porque eran tendencia, no necesariamente en Perú. La onda electrónica con folclore no había aquí, pero sí la había escuchado en otro lado con otros ritmos. Entonces fue natural replicarlo aquí.

En cuestión de tecnología, ¿qué diferencia encuentra entre hacer música en los 80 y 90 y hacerlo hoy?
Ha cambiado todo. Antes necesitabas equipo carísimo para grabar. Gracias a la tecnología, hacer música se ha democratizado. Con una computadora y una tarjeta de audio, ya tienes un estudio de grabación. Hoy todo el mundo puede ser músico o productor.

Ha desarrollado el género de la electrónica en sus últimos discos. ¿Ya no hay espacio para el rock?
El rock es una música que tiene más de 60 años. Lo que se hace ahora no tiene nada que ver con lo que se hacía en los 80 y 90. Para mí, la música de los jóvenes innovadores es la electrónica, no es el rock.

¿El rock dejó de serlo?
Sí. Las bandas de rock bacanes son de chicos que tienen menos de 25 años y están dirigidas al público juvenil, pero no necesariamente es música juvenil. Es un mercado que tiene a esa gente, pero se están repitiendo.

Entonces, ¿el rock agoniza?
El rock está muerto en el sentido de la novedad, de que no es revolución. Sigue vivo como sigue vivo Beethoven. Lo realmente revolucionario es la música electrónica. Son cosas que no se han escuchado antes.

¿Qué tan útiles son las redes sociales en el mercado musical de hoy? ¿Las usa?
Me gusta Instagram. No me gusta Facebook porque todo el mundo cree que tiene derecho a opinar. En YouTube es igual. La gente que se pelea dice estupideces. Para mí es una pérdida de tiempo.

¿Qué otros proyectos tiene después del concierto por los 25 años?
Con “Akundún” trabajamos mucho tiempo. Eso no tiene precedentes. Vamos a lanzar el show y si la gente se engancha, vamos a seguirlo. Creo que las cosas tienen vida propia. Y si no la tienen, pasaré a otra cosa.