Vivimos sumergidos en un mar de información, y dependemos tanto de ella, que olvidamos de salir a respirar un rato.
Básicamente ese es el diagnóstico de Cristina Quiñones sobre cómo las empresas nacionales abordan el negocio. De tanto mirar la hoja de cálculo, se olvidaron que existe un cliente de carne y hueso.
"La tabla de Excel te da el diagnóstico, pero debes salir en busca de las historias. El marketing de estereotipos es lo que más predomina", señaló a Gestión.pe.
Estos estereotipos se reflejan desde la vitrina más grande, de las compañías mundiales, cuando una directiva pretende afectar muchos públicos de una misma manera.
"Uno de los desafíos más grandes de las multinacionales es entender el 'insight' local. Tienen mandatos de afuera. La visión del mundo desde una mirada europea o norteamericana. No es lo mismo el éxito para un argentino que un peruano, o la visión de consumo o modernidad", anotó.
A veces las grandes campañas regionales no funcionan a nivel local y esto acusa una falta de empatía de parte de los equipos a cargo, más que defectos en la estrategia misma.
El mismo fenómeno se repite a nivel país. La táctica usada en Lima no es la misma que debe usarse en Iquitos o Moquegua. Según Quiñones, esto está comenzando a cambiar.
"Las marcas se están descentralizando muchísimo. Lima no es el Perú y ya lo entendieron. La oportunidad de crecimiento está en las ciudades" indicó.
"La fuente de valor del empresariado nacional está en el entendimiento cultural del país", añadió.
Para sacarle provecho, la palabra clave es empatía. Incluso a nivel local, hay muchos grupos invisibilizados a los que las empresas no le están hablando, y que son consumidores potenciales.
"Debemos entender a los nuevos jóvenes, mujeres, las nuevas masculinidades, la generación senior. Ninguno ha sido trabajado por el marketing ni visibilizados por la sociedad", observó.
Esto ocurre porque las compañías están muy concentradas en el poder adquisitivo del individuo, antes que reconocer el potencial de valor que puede ofrecer.
"Cuando se invisibiliza a los jóvenes porque no tienen capacidad adquisitiva propia, pierdes a unos grandes embajadores de marca. Esta es la gente que va a defender tus ideales y será un vocero de tu marca", apuntó la experta.
Subestimar al público termina jugando en contra a la compañía, pues no identifican correctamente su target.
"Las empresas aún siguen viendo a consumidores individuales, en lugar de ciudadanos empoderados, que demandan empresas más justas, humanas, inclusivas, equitativas, y con valores", agregó.