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Por Daniel Higa Harada

Seis generaciones, seis diseñadores diferentes, un nombre tan evidente como su propia carrocería. El , o cuatro puertas, ha sido desde su concepción el resultado de un espíritu deportivo perfectamente combinado con el estilo de la moda italiana.

Y, aunque Italia pueda estar en crisis, en no han escatimado en lujo, tecnología y tamaño para su nuevo sedán de representación. Eso se puede ver no solo en la lista de precios, que lo coloca por encima de las variantes más costosas de Audi, y Mercedes-Benz, marcas a quienes apunta directamente, sino que además ha crecido en tamaño hasta alcanzar los 5,26 metros de largo, a la par de las versiones de carrocería larga de los A8, Serie 7 y Clase S. Ello responde a una demanda importante al mercado chino y, lógicamente, al mercado estadounidense, que ha sido el más importante para la marca desde su reingreso en el 2002.

Lo bueno, si consideramos que de por sí ya pesa más de 1.900 kg, es que este crecimiento no ha venido acompañado de un peso proporcionalmente mayor. Todo lo contrario: el uso de aluminio en carrocería, chasis y suspensión hace que pierda 100 kg frente a su antecesor, y logra en el camino un balance perfecto en el reparto de masa en 50:50.

A la medidaEl espectacular diseño no rompe, sino que mejora la vestidura de la quinta generación que fuera diseñada por la firma italiana Pininfarina. Ahora, una parrilla delantera enorme, faros muy bien integrados y un perfil fluido y musculoso a la vez logran una estética bien balanceada.

Lo mismo puede decirse del interior, donde gana un diseño elegantemente moderno que combina el bastante cuero con maderas nobles y toques de aluminio. El tridente se destaca en el volante, los instrumentos llevan un sobrio azul marino y, en el centro del tablero, se congregan los mandos auxiliares a través de una pantalla táctil de 8,4 pulgadas. Ahí se controla el equipo de sonido firmado por Bowers & Wilkins con 15 parlantes. Nada de exagerada electrónica como los alemanes: en Maserati, han puesto esfuerzo en el placer de conducir, sea en las cifras tangibles del motor como en lo intangible de las sensaciones.

Poder biturboMaserati vive bajo el paraguas del grupo desde su adquisición en 1993 a De Tomaso, pero estuvo controlada entre 1997 y el 2005 por Ferrari, su eterno archirrival. Por ello, no resulta sorpresa que bajo el capó se encuentre un motor realmente exótico, algo digno del sedán más poderoso de toda Italia. La gama empieza con un V6 Biturbo de 409 HP, pero la verdadera gema es el V8 Biturbo de 530 HP, desarrollado en conjunto con Ferrari: un motor que entrega no solo potencia a raudales, sino también una respuesta propia de un auto deportivo, un sonido que linda con lo fascinante y una línea roja en el tacómetro que grita hasta las 8.200 rpm. Su performance pone al Quattroporte a la par de un Audi A8 W12, un BMW 760i, un Mercedes-Benz S600 y un Panamera Turbo. Puede que 3,8 litros no parezca mucho en un V8, pero cuando va acompañado de dos enormes turbos en paralelo, uno para cada bancada, y le sumamos última tecnología, como inyección directa y materiales ultraligeros, el resultado es espectacular.