Estrellas cada vez menos convencidas de hacer cuantiosos desembolsos y gente de confianza dispuesta a recibir generosos montos. La industria se altera y la función del actor más tradicional.
Estrellas cada vez menos convencidas de hacer cuantiosos desembolsos y gente de confianza dispuesta a recibir generosos montos. La industria se altera y la función del actor más tradicional.

Para alcanzar el estrellato, los artistas suelen recurrir a managers que los ayuden a brillar con luz propia. No obstante, una vez que se convierten en poderosos astros en el firmamento de la música pueden desplazar rápidamente a sus gestores.

¿El motivo? Un mercado agresivamente cambiante y celebridades cada vez menos dispuestas a hacer grandes desembolsos. La relación costo-beneficio se ha alterado.

Los ejemplos son cada vez más numerosos: hace dos años, Ariana Grande se separó de Scooter Braun y repartió los deberes gerenciales entre su madre y Stephanie Simon, de la compañía de gestión Untitled Entertainment; poco después, Bruno Mars cortó relaciones con Brandon Creed tras nueve años para respaldarse en un área ‘in-house’.
Esto los coloca en la misma categoría que Taylor Swift y Beyoncé, superestrellas que toman decisiones con un equipo muy unido y retienen el control de sus carreras.

Ahorro y control

Las consecuencias inmediatas, según Forbes, de desplazar a sus propios managers “por personal asalariado” son, junto a los ahorros cuantiosos, la probabilidad de tener mayor control sobre sus carreras.

Así, ante la reciente avalancha de deserciones de alto perfil, representantes consultados por el site Billboard coinciden en que, según los acuerdos de comisión, un manager gana entre el 15% y el 20% de ingresos brutos de un artista, un estándar en la industria. Es por esto que, incluso para la elite de superestrellas, el personal asalariado es una alternativa cada vez más atractiva.

No en vano hoy más de una celebridad ya no ve ninguna ventaja financiera en retener a un manager a cambio de un porcentaje de dos dígitos optando por limitarse a desembolsar entre US$ 200,000 y US$ 500,000 al año por servicios diarios o como salario a miembros de confianza como parientes.

¿No todo depende del talento?

Esto representaría una amplia diferencia para artistas como Swift, quien gana más de US$ 70 millones anuales, con lo que un recorte del 15% le restaría US$ 10.5 millones. Visto de ese modo, un desembolso de US$ 500,000 suena más beneficioso. Pero todo depende del cristal con que se le mire (otrosí digo).

Conocedores de la industria, que prefirieron no ser mencionados, dijeron a Billboard que, sin embargo, los managers añaden indudable valor y que sin ellos la carrera de ciertos artistas se desmoronaría. “Bieber no se las arreglaría sin Scooter Braun, ¿Mariah Carey? Olvídelo”.

Cambio de enfoque

Asimismo, con el advenimiento de las redes sociales y la estructura cambiante de la industria, los managers de hoy manejan más aspectos de la carrera de un artista.

El esquema es otro. Según Forbes, antes los artistas a menudo perdían dinero mientras giraban para promocionar sus álbumes, pero llenaban sus arcas con ingresos provenientes de las ventas de música grabada.

Pero a medida que la piratería y luego la transmisión de música en streaming redujeron ese ingreso –y mientras nuevos territorios construían arenas al estilo estadounidense– la ecuación cambió.El impacto para los managers ha sido claro. En el pasado, los álbumes habían sido una especie de renta vitalicia: todavía recibirían su parte de las ventas constantes incluso si el artista los despedía. Pero ese no es el caso con las giras: una vez que terminan, se acaban con el efectivo.

Lo cierto es que hoy hay más canales de distribución: más servicios de transmisión y material físico.

“Significa que hay más lugares para mostrar la música, más relaciones”, dice Gillespie. “El título es el mismo, el rol ha cambiado”.

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