Redacción Gestión

(Bloomberg).- En momentos en que los Estados Unidos enfrentan una baja y evalúan qué hacer al respecto, el plano demográfico es motivo de optimismo. Cuando la fuerza de trabajo tiene una mayor proporción de personas de cuarenta y tantos años, el crecimiento de la productividad tiende a acelerarse.

Debido a las escasas dimensiones de la Generación X, en la actualidad es poca la cantidad de gente que vive su cuarta década, pero los millennials resolverán ese problema.

Dentro de tres años, los miembros mayores de la generación millennial –que es más numerosa- empezarán a cumplir 40 años, con lo cual es de esperar que aumente el crecimiento de la productividad. Eso tiene importantes implicaciones en las políticas públicas.

En algunos sentidos, la baja productividad actual podría remontarse a la Gran Depresión. Entre 1925 y 1935, la tasa de natalidad declinó más de 18%, de 2.9 millones a apenas por debajo de 2.4 millones.

Un mercado laboral con un 20% de desempleo suele no ser el mejor para desencadenar un auge de nacimientos. Cuando esos pocos bebés de la era de la Depresión llegaron a la edad de convertirse en padres, su situación se sumó a la caída de la tasa de natalidad de las décadas de 1960 y 1970 y la cantidad de nacimientos se desplomó: cayó en los Estados Unidos de 4.3 millones en 1957 a apenas 3.1 millones en 1973, una impresionante declinación de 27%.

Son esos pocos unicornios especiales nacidos en los años 70 los que han cumplido 40 en los últimos años. El porcentaje de trabajadores de entre 35 y 44 años está en la actualidad cerca del menor nivel en 35 años.

Pero ese porcentaje debería aumentar en los próximos años. Para 1980, los nacimientos habían llegado a 3.6 millones, y para 1990 alcanzaron los 4 millones. Para no hablar de la inmigración, que fue muy abundante desde la década de 1980 hasta la gran recesión.

James Feyrer, un profesor de Dartmouth, determinó que un incremento de 5% de la cantidad de trabajadores de cuarenta y tantos años en un período de 10 años se asocia a un aumento de 1% a 2% del crecimiento anual de la productividad en esa década.

Un escéptico podría preguntarse qué tienen de especial los trabajadores que transitan su cuarta década, y si no se trata más que de una singularidad estadística. Pero sabemos que hay patrones de comportamiento persistentes y predecibles para cada etapa de la vida.

Los jóvenes estudian, lo cual tal vez también comprenda la universidad. La gente se casa y tiene hijos en su segunda y tercera década. Compra casas cuando tiene treinta y tantos o cuarenta y tantos años. El pico de participación en la fuerza de trabajo se da entre los 35 y los 44 años.

La concurrencia a las urnas en las elecciones sigue patrones predecibles según los cuales las personas mayores votan más que los jóvenes. Los porcentajes de propiedad de una vivienda alcanzan su mayor nivel entre los 71 y los 74 años, mientras que declinan a partir de los 75.

Por otra parte, los asesores financieros suelen recomendar a los jóvenes ser más agresivos al invertir, mientras que aconsejan a los clientes mayores ser más conservadores. El pico del mercado bursátil en el año 2000 se produjo cuando los baby boomers tenían cuarenta y tantos o cincuenta y pocos años y acumulaban acciones.

Hay un par de recomendaciones sobre políticas que acompañan a este análisis. El debate político sobre la inmigración está ahora polarizado y se centra con frecuencia en la raza, la religión o el país de origen. Si bien tal vez sea poco realista, centrarlo en el crecimiento de la productividad y el empleo podría tener más sentido.

Hasta un país con una historia de recelo respecto de la inmigración como Japón ahora atrae trabajadores extranjeros a los efectos de abordar su escasez de mano de obra. Si los Estados Unidos introdujeran un sistema de inmigración basado en puntos, dar más importancia a los trabajadores que se encuentran en mitad de su carrera podría tener sentido.

Por otra parte, hay un grupo de personas de cuarenta y tantos años que experimentan presiones que suelen llevarlas a abandonar la fuerza de trabajo: los padres, y en especial las madres. Políticas de apoyo a los padres que trabajan –ya sea por medio del subsidio de la atención infantil, flexibilidad de horarios o trabajo a distancia- podrían elevar la participación en la fuerza laboral de los trabajadores que están en mitad de su carrera, además de la productividad y el crecimiento económico.

La demografía podría ser determinante, y si un país tiene abundancia de trabajadores productivos de cuarenta y tantos años ello obedece, en cierta medida, a decisiones de planificación familiar tomadas hace décadas.

Pero un país como los Estados Unidos, que es un destino atractivo para trabajadores del mundo entero y que tiene una red de seguridad para las familias más débil que la mayor parte de los países desarrollados ricos, tiene recursos que puede utilizar para impulsar la productividad y el crecimiento económico.

Por Conor Sen

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial ni la de Bloomberg LP y sus dueños.