Redacción Gestión

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Cristina SimónProfesora del IE Business School

Seguro que han oído hablar del acrónimo que está de moda para definir los tiempos que nos toca vivir: VUCA. El término recoge las iniciales de cuatro sustantivos: volatilidad, incertidumbre (U del inglés), complejidad y ambigüedad. El término define situaciones en las que la estrategia y la toma de decisiones cobran niveles extraordinarios de dificultad, al carecer el decisor de mínimos parámetros para orientar su buen juicio.

Necesitamos ser profesionales VUCA y tener empleados de esta especie.Fue ya a finales de los 90 cuando se anunció el "nuevo contrato de trabajo" (new deal) urgiendo a los trabajadores a entender que la permanencia a largo plazo era un dinosaurio.

Sombrita seguraSin embargo, nos está costando trabajo asumir la nueva situación. Especialmente en las culturas no anglosajonas tenemos interiorizado lo que se denomina la "carrera-árbol": invertimos durante largos años en plantar la semilla, podar… hasta que llega un momento en que tenemos un árbol bajo el que podemos tumbarnos a descansar a la sombrita.

No estamos preparados para reinventarnos continuamente hasta el final de nuestras carreras, a mantener la tensión hasta abandonar el mercado laboral.

Del otro lado, existe la "carrera-surf": cada día de este deporte es una aventura nueva, las condiciones del mar son bastante imprevisibles, y por ello a pesar de la experiencia y la capacidad, caerse de la tabla forma parte la de experiencia.

Indudablemente, este segundo modelo representa mucho mejor el concepto VUCA que el anterior.

Entonces, ¿qué competencias deberíamos buscar en un profesional VUCA? Una fundamental es la curiosidad. Ser intelectualmente inquietos, nos permite asomarnos a este contexto con interés, intentando entenderlo. Reinventarse se convierte así en un reto personal en lugar de constituir un mal necesario para la supervivencia profesional. La curiosidad, asimismo, facilita la adaptabilidad, que es otra de las grandes competencias necesarias.

Lamentablemente, la empresa clásica no fomenta la curiosidad entre sus empleados. La orientación a resultados no deja tiempo para la exploración. Hay mucho que aprender en este sentido del mundo de la tecnología, el máximo exponente de VUCA, que combina con éxito la experimentación permanente con la competitividad vertiginosa que nos demanda el presente siglo.

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