Redacción Gestión

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Trabajar largas horas, tener el correo de la empresa conectado al smartphone y no dejarlo fuera de vista; estar al teléfono durante el partido de fútbol de los hijos y llamar a la oficina durante las vacaciones: ¿le suena familiar?

Cientos de personas pasan por esta misma experiencia, , catedrática de Liderazgo en Harvard Business School. Estos ejecutivos son los alumnos a los que dicta curso cada año, quienes no dudan en declararse estar "en todas" luego de considerar sus horas de trabajo, los lugares desde donde trabajan (incluso en vacaciones) y los momentos en los que trabajan (cuando deberían pasar tiempo con su familia y amigos); todo aquello los lleva a autocalificarse como adictos.

Sin embargo, la pregunta clave es ¿en dónde está la adicción? ¿Eres adicto al smartphone o al trabajo? Parlow cuestiona que cualquiera de estas respuestas sea correcta. "Diría que muchos —sino, la mayoría— de nosotros somos adictos al éxito. Estamos obsesionados con el trabajo por la satisfacción que obtenemos cuando nos felicitan por nuestros logros, no por una satisfacción arraigada solo en trabajar largas horas como fin último", indicó.

DesconectarseSi queremos dejar que el trabajo nos siga fuera de la oficina, se requiere cambiar qué es lo que valoramos para nosotros mismos en lugar de cambiar nuestra personalidad. Parlow realizó un experimento en el que un grupo de ejecutivos se comprometió a desconectarse del trabajo una noche a la semana. A partir de las 6 p.m., durante esa noche, no deberían hacer nada relacionado al trabajo, ni siquiera revisar el smartphone.

Después de varias semanas, cada vez que los integrantes del grupo se reunían a comentar sobre sus progresos, el "estar en todas" dejó de ser una señal de admiración y pasó a representar el fracaso. Los ejecutivos que lograban disfrutar de su tiempo libre, incluso cuando había un pendiente importante al día siguiente, eran aplaudidos por el resto del grupo. Los que no lo lograban, quedaban fuera de la celebración.

Tad, uno de los ejecutivos que más rechazaba este experimento terminó siendo el más beneficiado. "Desconectarse del trabajo había sido casi inconcebible y hasta no deseabale, pero como resultado de ser 'obligado' a trabajar en conjunto con los demás dentro del equipo para que todos lo logren, Tad aprendió que desconectarse era no solo posible sino que le permitió sentirse más satisfecho", agregó Parlow al respecto.

El secreto es cambiar la definición de lo que entendemos por éxito. "Este experimento me demostró que la gente que pareciera tener como objetivo una semana de trabajo sin parar en realidad solo quiere terminar haciendo algo bien", dijo Parlow. Su consejo final es encontrar apoyo en el equipo con que se trabaja, para que todos logren desconectarse. "Les sorprenderá descubrir cuánto puede gustarles", finalizó.