Redacción Gestión

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A todos nosotros, en algún momento u otro, nos piden romper las reglas en el trabajo.

Puede ser una pequeña acción, como redondear hacia arriba o abajo una cifra en un libro contable, o una pequeña inacción, como hacerse de la vista gorda cuando otros lo hacen.

Puede ser un pedido único, como cuando a alguien le piden alterar la documentación de un paciente en un hospital en el cual trabaja. O puede ser una norma, como cuando en el hospital se pide a los trabajadores firmar la asistencia de otros colegas que están ausentes.

Puede que no sea gran cosa: total, las reglas están hechas para romperse, ¿verdad? O puede ser algo grande: recuerde los casos de Volkswagen, Enron y WorldCom.

Cuando nos piden romper las reglas en el trabajo, la mayoría de nosotros experimentamos una situación de conflicto. Sobre todo si son nuevas en el trabajo, tienen el rango más bajo, dependen mucho del puesto, o desean dejar una buena impresión, las personas se enfrentan a una decisión difícil.

¿Seguimos la corriente para quedar bien o nos rehusamos? La manera como abordamos estas controversias pueden tener graves consecuencias para nuestra organización y para nosotros mismos.

El consejo estándar en gestión de conflictos sugiere que tratemos de encontrar soluciones que beneficien a todos siempre que sea posible. Pero estas tácticas quedan cortas frente a los conflictos de carácter ético, moral o legal. Como cuando sus superiores…

  • son tramposos o delincuentes;
  • lo acosan a usted u otros;
  • ponen innecesariamente a sus trabajadores o consumidores en riesgo de lesión;
  • fomentan actividades ilegales o inmorales, o;
  • cubren fechorías o le piden que lo haga.

¿Cómo puede un empleado ético (pero que depende de su trabajo) responder a estos conflictos de manera efectiva?

HBR recomienda un enfoque al que llama la rebelión de principios. Esta es una elección activa y deliberada para rebelarse en el trabajo de forma incremental y estratégica para minimizar el daño con la máxima integridad. Implica aprender a decir que no, de forma sistemática y secuencial, al aumentar lentamente la presión sobre los responsables. Estas son algunas de las tácticas, recogidas de la literatura sobre activismo político, presentadas en secuencia de menor a mayor presión.

Estoy preocupado por usted. El primer paso debe ser apelar al propio interés de los responsables. Es posible que no estén conscientes de las implicaciones de lo que están sugiriendo. Así que explorar sus peticiones y enmarcarlas en términos de los posibles costos y consecuencias para ellos, es una buena manera de probar las aguas. Esto también indica su malestar y les da una forma de retirar en silencio sus demandas sin quedar mal parado.

Apele a su lado bueno. A la mayoría de nosotros nos gusta creer que somos esencialmente gente decente. Odiamos la disonancia que sentimos cuando nos damos cuenta de que nuestro comportamiento es incompatible con lo mejor de nosotros. Hacer hincapié en lo que parece justo y digno, sobre todo si los responsables están atrapados en sus intenciones más banales, puede ayudar a aumentar su disonancia.

Solo diga que no. Si 1 y 2 no funcionan, entonces es mejor rechazar de forma discreta. Si lo que le están pidiendo hacer es bastante inmoral, poco ético o ilegal, entonces su rechazo sincero puede ser suficiente para preocuparlos o intimidarlos para que den marcha atrás y reconsideren sus demandas.

Solo diga no más fuerte. Cuando esto no funciona, es el momento de subir el volumen al incorporar otros. Esto puede significar hablar con amigos y colegas y obtener su asesoramiento y apoyo. Si esto no es posible sin ponerlos en peligro, entonces podría ser el momento de dar la alarma en el interior de la empresa. Esto podría implicar hablar con su supervisor, o si la controversia lo implica a él o ella, hable con los superiores de esa persona, un defensor del pueblo, o alguien en recursos humanos.

Transmita ese no. Cuando tácticas 1-4 no funcionan, es el momento de considerar sonar la alarma en el exterior. Esto es grande y es probable que tenga consecuencias graves para usted y los demás. Los investigadores han encontrado que los denunciantes tienen más probabilidades de ser eficaces si: tienen una alta credibilidad dentro de la organización, renuncian al anonimato y se identifican en el inicio de los procedimientos, si la organización no es altamente dependiente de los males que se sancionan, y si la evidencia del delito es convincente y claramente ilegal.

Aumente sus números. Otra táctica es cambiar la dinámica de poder en el trabajo al reunir aliados. Esto podría significar organizar varias personas de un departamento para ir juntos donde un gerente para expresar sus preocupaciones, o algo tan masivo como cuando los trabajadores de Walmart organizaron manifestaciones laborales y huelgas en veintiocho tiendas en doce estados para protestar contra las represalias de la empresa contra los trabajadores que hablaron públicamente.

Oprima a los opresores con sus propios ideales. Saul Alinsky escribió una vez: "Desde que los ricos se hacen pasar públicamente por los custodios de la responsabilidad, la moral, el derecho y la justicia (que con frecuencia son cosas extrañas entre sí), pueden ser constantemente presionados a vivir de acuerdo con su propio libro de moralidad y reglamentos". Él cita ejemplos de barrios enteros que se presentan en bancos locales acusados de prácticas de crédito discriminatorias para abrir cuentas de ahorro con un dólar y luego regresan a la parte de atrás de la fila para cerrar la misma cuenta. Esto es ahora no cooperación activa, que puede muy bien ser contraproducente a menos que una estrategia completa haya sido desarrollada y sea implementada con cuidado.

Tomar el poder. Si todo lo demás falla, puede ser el momento para una acción legal directa. Esta táctica, obviamente, es la más costosa. Pero siempre se debe considerar una última MAAN (mejor alternativa a un acuerdo negociado); un plan B en caso todo lo demás falle.

George Bernard Shaw escribió: "El hombre razonable se adapta al mundo: el irrazonable persiste en intentar adaptar el mundo a sí mismo. Por lo tanto, todo progreso depende del hombre irrazonable".

La rebelión de principios es una estrategia para ser irracional de forma racional y sistemática en el trabajo cuando sea absolutamente necesario.