(Bloomberg).- Según una clasificación reciente, no hay mejor lugar en el mundo para vivir que .

El Social Progress Imperative, un estudio que se llevó a cabo con la ayuda de Michael E. Porter de la Escuela de Administración de Empresas de Harvard y Scott Stern del Instituto de Tecnología de Massachusetts, mide cosas como el acceso a internet, viviendas asequibles, la atención sanitaria y la libertad de expresión.

Sus conclusiones indican que el dinero no es la única clave para la felicidad. Estados Unidos, que cuenta con un PBI per cápita más alto que Dinamarca, ocupa el 18º lugar en el estudio.

Pero el ministro danés de Finanzas, Kristian Jensen, dice que su país enfrenta una serie de desafíos para persuadir a profesionales altamente calificados de aportar su tan necesaria experiencia a una economía que ahora sufre de escasez de mano de obra.

Parte del problema, reconoce Jensen, es la impresión de que Dinamarca se ha vuelto menos acogedora para los extranjeros. Los medios de comunicación locales están llenos de ejemplos que muestran cómo funcionan las estrictas leyes de inmigración del país en el campo laboral, entre ellos el caso reciente de un astrofísico danés que no pudo iniciar una nueva vida con su esposa estadounidense en su país natal.

En una entrevista en su oficina de Copenhague, Jensen dijo que las leyes que no dejan entrar a estos individuos calificados son desafortunadas. "Es un claro objetivo del gobierno atraer mano de obra calificada a Dinamarca", señaló.

Pero los esfuerzos del país por comunicar su política de inmigración al mundo exterior no siempre funcionan, agregó. La ley de joyas de Dinamarca, que permite a las autoridades de inmigración confiscar objetos de valor de los solicitantes de asilo, es un ejemplo de ello.

"En lo que forma el tono y la percepción de Dinamarca en el extranjero, hemos tratado de arreglar muchos malentendidos", dijo. "La ley de joyas es un ejemplo de esto".

Dinamarca está gobernada por una coalición de minorías de centro-derecha que se aferra al poder gracias al apoyo del Partido Popular Danés anti-inmigración.

La agrupación, que cuenta con el respaldo de alrededor de un quinto del electorado, quiere que Dinamarca implemente controles fronterizos, salga del acuerdo europeo de Schengen sobre libertad de circulación y deje de aceptar refugiados.

El Partido Liberal de Jensen, que ha estado en el poder durante 12 de los últimos 16 años, ha hecho que las normas de inmigración sean cada vez más estrictas, modificándolas 64 veces, según su propio cómputo. Los cambios incluyen recortar el apoyo financiero a los solicitantes de asilo y hacer más difícil para los extranjeros obtener la ciudadanía danesa.

Pero sin los extranjeros, Dinamarca tendrá dificultades para resolver su escasez de mano de obra. Los trabajadores locales no están motivados por los recortes de impuestos, lo que hace difícil proporcionar el tipo de impulso fiscal que normalmente reactivaría el crecimiento, dijo.

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