Redacción Gestión

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Todos lo reconocemos pero poco hacemos para combatirlo. O tal vez tratamos pero sentimos que es más fuerte que nosotros. El estrés es una de las palabras más populares del tercer milenio y parece haber llegado para quedarse. Una nos revela una estrategia que combina reducción de expectativas, evitar cambiar la ineludible realidad y adoptar nuevas perspectivas.

Expectativa versus realidadIrse de viaje a las Bahamas puede ser un sueño hecho realidad para muchos, pero Rob, un agente de bienes raíces, no se siente así. Esta situación sorprende ya que, a pesar de que todos los días lidia con abogados, inquilinos, bancos y propietarios, él no suele perturbarse.

Ahora, en las Bahamas, Rob tenía que hacer una llamada importante y no tiene recepción en su celular. ¿Por qué se estresa ante esta pequeñez? "Por la misma razón por la que todos nos estresamos: expectativas frustradas. Rob está experimentando la brecha entre lo que quería que sucediera y la realidad", señala Peter Bregman, asesor estratégico de corporaciones y escritor.

Aquí hay dos salidas: cambiar la realidad que te rodea o cambiar de expectativas. Lo primero es lo más difícil de hacer ¿Se siente frustrado continuamente por el bajo rendimiento de un empleado? Trate de ayudarlo. Si no funciona, puede despedirlo. Pero, ¿qué pasa si todo un departamento lo estresa? No puede despedirlos a todos. Cambiar la realidad crea estrés en lugar de eliminarlo.

Esto nos deja con la siguiente opción: "acostúmbrese a no obtener siempre lo que quiere". Aunque es un concepto contradictorio con la actitud de un ganador, luchar contra la realidad no vale la pena el esfuerzo.

PerspectivaSi cambiar de expectativas sigue siendo un problema, el siguiente paso es adoptar nuevas perspectivas. Cree una escala del 1 al 10, siendo el número más grande la peor situación en la que pueda imaginarse, como vivir en una zona de guerra. El 9 sería una enfermedad seria que podría ser mortal. El 8 podría ser un evento que alterará su vida para siempre, como ir a la cárcel o salir de un accidente que lo coloque en una silla de ruedas.

¿Va viendo hacia dónde vamos? "Prácticamente todo por lo que nos desesperamos está en una escala del 1 al 2. En otras palabras, nuestros niveles de estrés y humor están determinados por eventos que importan realmente muy poco", explica Bregman.

El truco está en reconocer que, en muchas situaciones, nos hemos convertido en perfeccionistas en mundos donde esto es innecesario, irreal o inútil. Rob pensó que el problema era su móvil. Cuando descubrió que había un corte celular en todo ese Estado, cambió sus expectativas. Cuando se tranquilizó, se dio cuenta que en una escala del 1 al 10, su problema era un 1. Así, doce horas sin servicio telefónico se convirtieron en unas vacaciones de verdad.