Redacción Gestión

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Todo el mundo habla sobre el balance entre trabajo y familia, y todos nos esforzamos por lograrlo, escribe Jeff Haden en su artículo publicado por .

Sin embargo, encontrar un equilibrio razonable entre su vida privada y laboral es más fácil de lo que piensa. Si bien es cierto que el punto de equilibrio cambia constantemente, la mayoría de las mismas actitudes, perspectivas y habilidades se aplican tanto para el "trabajo" como para la "vida".

¿Por qué no tomar ventaja de este hecho? Escoja las actividades correctas en la "vida" y ellas formarán y mejorarán sus habilidades profesionales –añadiendo una buena dosis de perspectiva y humildad en el camino.

En mi caso me gusta asumir objetivos físicos extremadamente difíciles (al menos para mí). (Mi enfoque para alcanzar metas en general es algo inusual. Al igual que en el "Club de la pelea", la primera regla de alcanzar un objetivo es no hablar de lograr esa meta. Y alcanzar una meta tiene mucho menos que ver con el objetivo en sí y mucho más que ver con la rutina que desarrolla para llegar a ese objetivo).

Así que hace un par de años, después de solo cuatro meses de entrenamiento, recorrí en bicicleta el Alpine Loop Gran Fondo, un recorrido de 148 km por cuatro montañas que incluye 3,352 metros de escalada. (Pero esos cuatro meses parecieron toda una vida, teniendo como entrenador al ciclista profesional de montaña Jeremiah Bishop. Sin él, nunca hubiera podido estar preparado para tal reto).

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Después de unos años de ciclismo me cansé de estar demasiado delgado: 1.82 metros y 68 kilos no ofrece precisamente un buen aspecto, así que decidí ver si podía lograr esa transformación física de "estrella de cine en héroe de acción". Gané más de 9 kilos, perdí cierto porcentaje de grasa corporal, y me volví mucho más fuerte. (Ese entrenamiento fue también muy difícil, pues Jeffrey Del Favero de Bodybuilding.com creó mi programa, sin el cual nunca hubiera podido lograrlo tampoco).

¿Por qué asumo retos personales? Y ¿cómo esto me ayuda profesionalmente? Todo se trata de los hábitos, habilidades y perspectivas ganadas. Aquí algunas razones.

El éxito se basa en última instancia en los números. Claro, uno puede tratar de buscar atajos o hacer trampa para lograr un objetivo (mucha gente ha creado carreras enteras de este modo). Pero con el tiempo alcanzar un gran objetivo tiene que ver con volumen y repetición.

¿Quiere recorrer un duro Gran Fondo? Va a tener que recorrer cientos de kilómetros a lo largo del camino. ¿Quiere pasar de solo hacer tres flexiones a finalmente poder hacer cuatro series de veinte? Va a tener que levantar una tonelada de peso en el proceso.

Lo mismo pasa con el éxito profesional, que se basa en gran medida en hacer el trabajo. ¿Quiere veinte nuevos clientes? Espere llamar a doscientas o trescientas personas. ¿Quiere contratar a una superestrella? Espere revisar los CV de docenas y luego entrevistar a diez o quince personas.

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El camino más seguro hacia el éxito es hacer una increíble cantidad de trabajo. Si usted está dispuesto a hacer el trabajo, puede tener éxito en casi cualquier cosa.

La armadura que nos protege con el tiempo nos destruye. Todos llevamos armadura. Esa armadura nos protege, pero también, con el tiempo, nos desgasta.

Nuestra armadura es forjada sobre todo por el éxito. Cada logro añade una capa adicional de protección contra la vulnerabilidad. De hecho, cuando nos sentimos particularmente inseguros, de forma inconsciente nos ponemos más armadura para sentimos menos vulnerables:

La armadura es el tipo que se une a un partido de baloncesto con mejores y más jóvenes jugadores, y debido a su inseguridad se siente obligado a decir: "No puedo jugar muy a menudo… después de todo, soy el CEO de Big Time Industries".

La armadura es decir al inicio de una presentación, "Miren, no soy muy bueno hablando en público… después de todo, me paso todo el día dirigiendo mi enorme fábrica".

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La armadura protege cuando estamos inseguros, vacilantes o en una notoria desventaja. Nuestra armadura dice: "Está bien, puede que no sea bueno en esto… pero soy muy bueno en eso".

Con el tiempo la armadura también nos anima a limitar nuestra atención a nuestros puntos fuertes. De esa manera nos mantenemos a salvo. Cuanta más armadura nos ponemos, más podemos ocultar nuestras debilidades y fracasos de los demás y de nosotros mismos.

Utilizamos nuestra armadura todo el tiempo. Yo uso mi armadura todo el tiempo –me siento seguro más que usted. Pero me canso mucho de llevarla.

Cuando me paseo en bicicleta al tipo que me pasa no le importa si he escrito bestsellers de forma anónima o si manejo un auto de lujo o vivo en un barrio agradable. En el gimnasio, el tipo que levanta más peso que yo tampoco se preocupa por nada de eso. Él es más fuerte y está más en forma que yo. Punto.

En esas situaciones ningún tipo de armadura, real o imaginaria, me puede proteger. Solo soy un chico en una bicicleta. Solo soy un chico en el gimnasio. Soy solo yo. Ser uno mismo da bastante miedo.

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Pero ser quienes somos en realidad es algo que todos tenemos que hacer más a menudo. Mantiene las cosas en perspectiva. Nos recuerda que siempre podemos ser mejores. Nos recuerda que no importa lo bueno que pensamos que somos en algo, siempre hay alguien que es mucho mejor.

Y eso no es deprimente, es motivador.

La excelencia es una sensación impresionante –una que nunca nos cansamos de experimentar. Existen atletas destacados en un estado de excelencia, un lugar en el que el cálculo, la estrategia y el movimiento suceden casi inconscientemente. Los grandes atletas pueden concentrarse en una forma que, para nosotros, es irreconocible porque a través de la habilidad, entrenamiento y experiencia, su capacidad para concentrarse se desenvuelve casi sin esfuerzo.

Todos hemos sentido una sensación de excelencia, aunque solo sea por unos preciosos minutos, cuando nos desempeñamos mejor de lo que nunca pudimos imaginar… y nos damos cuenta que lo que creíamos eran los límites, no eran realmente barreras en absoluto.

Pero esos momentos no ocurren por accidente. La excelencia es algo que nunca se da por hecho; debe ganarse a través de la disciplina, entrenamiento y sacrificio.

Quiero subir una montaña en bicicleta y experimentar la sensación de que puedo subir y subir y subir y no tener que pensar en nada porque simplemente puedo hacerlo…

Quiero luchar con levantar determinado peso y experimentar la sensación de que puedo hacer un par más repeticiones porque sé que, sin duda, siempre tengo un poco más de energía en mí…

Y quiero a veces escribir casi sin esfuerzo y sin pensarlo, porque años de esfuerzo y práctica me han llevado a un lugar donde de vez en cuando soy el escritor que me gustaría ser…

Todos esos son momentos de excelencia. Son impresionantes. Son increíbles.

Y ellos se alimentan mutuamente, porque la confianza que usted genera después de experimentar un momento de excelencia en una actividad le ayuda a seguir para delante cuando las cosas se ponen difíciles en otras actividades.

Con trabajo, "después" es siempre mejor que "ahora". "Ahora" y "después" son palabras maravillosas cuando aparecen en la misma frase.

Cuando se trabaja para mejorar en algo –especialmente en las etapas iniciales –"ahora" es a menudo un lugar terrible. En un momento mi "ahora" estaba montando bicicleta como un hipopótamo asmático. En un momento mi "ahora" estaba levantando peso y parecía como si mi pecho estuviera a punto de romperse.

Pero con tiempo y esfuerzo, mi "ahora" se transformó. Podía manejar bicicleta con más velocidad, fuerza y confianza. Podía hacer series de diez, luego veinte, luego treinta. Con gran satisfacción, pude ver como un "ahora" se había transformado en un "después" muy distinto y era mi nueva realidad.

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