Redacción Gestión

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Las clasificaciones sobre los tipos de abundan, en resumen, los hay buenos, malos y pésimos. La principal razón por la que los excelentes jefes son escasos obedece a una mala comunicación y a la pérdida del espíritu de aprendizaje.

La mayoría de profesionales espera contar con un jefe que conozca, aprecie y ayude a mejorar su capacidad y habilidad, además que valore y tome en cuenta su aporte a la organización. Pero en realidad, el panorama suele ser diferente.

No obstante, según Expansión.com, el 50% de la relación con un jefe depende del empleado. Por ello, este último también está implicado en la actitud que toma su superior, ya que debe comunicarle qué le agrada o disgusta de su comportamiento, así el jefe analizará qué aspectos debería cambiar respecto a su conducta.

"¿Cuándo fue la última vez que felicitó a su jefe por algo que hiciera bien?", señala el presidente de Otto Walter, Paco Muro, quien considera que los empleados deben expresar correctamente sus opiniones.

Por su parte, Enrique Alcat, director del programa superior en gestión empresarial del IE Business School, asegura que los gerentes dañinos abundan debido a que se ha descuidado la comunicación. "Impera la cultura del gran jefe que se acomoda en su puesto y no habla, no escucha ni pregunta a sus empleados", precisa.

En ese sentido, Muro afirma que la pérdida del espíritu del aprendizaje contribuye a formar jefes tóxicos. "Para liderar equipos hay que aprender, y eso supone cambiar la forma de hacer las cosas", apunta.

A continuación, conozca los tipos de jefes más dominantes, según el presidente de Otto Walter, Paco Muro:

Tiranos. Se consideran superiores y tratan de recordarlo cada vez que pueden.

Adictos trabajo. No saben cuándo irse a casa, muchas veces continúan laborando en horas de descanso. Mandan e-mails fuera de los horarios de trabajo, son frikis laborales.

Acelerados. Se autoconsideran eficaces pero desorganizan a los demás miembros de su equipo. Viven en un caos que provocan ellos mismos.

Fenómeno. Según ellos, todos los demás están encantados con su trabajo, es bueno en cualquier cosa que haga y hace que cualquier problema parezca sencillo. Dicen usar el sentido común y la coherencia.

Líder. Es el jefe, le gusta serlo y se esfuerza en hacerlo bien. A los demás les supone un apoyo y una tranquilidad enorme contar con él.

Coleguitas. No gustan de su puesto, desean pasar desapercibidos entre los demás miembros del equipo para evitar problemas.

Mandones. Quieren que todo se haga al pie de sus indicaciones, pero son realmente limitadores para profesionales con iniciativa, ya que no les dejan crecer.

Buena persona. No parece ser jefe, pero es muy buena persona. Para conversar o tomar un café es la compañía ideal, no para dirigir un equipo o un proyecto.

Inspectores. No son jefes, solo vigilantes. No ayudan a alcanzar resultados, se limitan a ver hasta dónde ha llegado su empleado.