Ichiro Oshima, de 24 años, llevaba 17 meses sin tener un solo día libre en el trabajo, y solía dormir apenas un par de horas por noche. Su suicidio, en 1991, se considera la primera muerte atribuida oficialmente al trabajo excesivo en Japón.

Desde hace unas semanas, allí se ha reabierto un debate sobre los excesos de la jornada laboral que han tenido un punto de inflexión tras el suicidio de Matsuri Takahashi, empleada de Dentsu, la principal agencia de publicidad nipona, que obligó a Takahasi a unas extenuantes jornadas laborales de hasta 20 horas diarias, llegando a trabajar hasta 105 horas extra al mes, mientras que la empresa le había obligado a anotar menos horas de las trabajadas en realidad.

El suicidio de Takahasi precipitó la dimisión del presidente de Dentsu, una compañía que ha reconocido que más de 100 trabajadores aún hacían más de 80 horas extra mensuales incluso tras el episodio dramático de Takahasi.

También el gobierno nipón ha abierto una investigación en Dentsu y anuncia medidas para combatir las consecuencias del karoshi, la muerte por exceso de trabajo, que en Japón es un problema de salud pública.

El 'karoshi', un problema global que reabre conflictosLa reacción del Gobierno japonés no ha sido menor que la que en el 2009 protagonizó Nicolas Sarkozy, presidente de Francia, al asegurar que su país, famoso por las jornadas laborales reducidas y por los beneficios sociales, debería "empezar a medir el progreso no en términos financieros, sino de felicidad y bienestar".

Aquella reacción se produjo tras el caso de France Télécom, que llevó al suicidio a 25 empleados en apenas 19 meses, como respuesta al proceso de transformación de la compañía.

En plena crisis económica y de empleo mundial, el episodio de France Telécom llevó el debate laboral mucho más allá de la racionalización de los horarios o los posibles abusos en la jornada de trabajo.

Tuvo carácter de ejemplo en un escenario sociolaboral que entonces resultaba novedoso, y en el que la mayor parte de empleos que hasta ese momento eran exitosos y seguros empezaban a desaparecer de las listas de puestos y perfiles más demandados.

Empezaba a comprobarse que el trabajo para siempre se había acabado, que resultaba cada vez más difícil orientar a los candidatos para que encontraran estabilidad en el mismo puesto, porque ésta había dejado de existir y, eliminada la estabilidad, aparecían nuevas fórmulas de trabajo.

Sin olvidar que los ciclos de permanencia en las organizaciones se acortaban más y más, y esto tenía consecuencias evidentes en lo que se refiere al compromiso, el contrato emocional, la fidelidad y la carrera profesional.

Hay que tener en cuenta que los nuevos modelos de trabajo que son más flexibles y que favorecen el empleo independiente, por proyectos y todo aquello que permite prescindir de la empresa tradicional y del "estar" en la oficina dan lugar a iniciativas que facilitan la autogestión del tiempo libre que se presenta ahora como recompensa por encima incluso del salario o de los ascensos y hace que cada vez más organizaciones se planteen una libertad laboral que, de todas formas, choca con la exigencia de una disponibilidad de 24 horas a las que muchos profesionales deben resignarse o negarse.

Otro caso dramático y con consecuencias fue el del becario de Bank of America en Londres, Moritz Erhardt, quien falleció en el 2013 al sufrir un ataque epiléptico tras 72 horas seguidas de trabajo en el banco.

Este episodio provocó una ola de conflictos legales sobre el trabajo en prácticas, activó la discusión acerca de este modelo y generó nuevas normas en lo que se refiere a la implantación de medidas de protección. Además, un gran número de universidades y compañías comenzaron a reconsiderar sus posturas acerca del trabajo en prácticas.

La necesidad de buscar del 'estrés positivo'La idea es que mantener un alto nivel de exigencia para obtener resultados no tiene por qué implicar que aflore la ansiedad o el estrés. El alto rendimiento no debería chocar con el buen clima laboral, y los expertos hablan de la búsqueda del estrés positivo, que es todo lo contrario a la incapacidad para manejar altos niveles de incertidumbre o la obligación de convivir con una mala distribución del trabajo de forma sostenida.

Un reclamo para ser más feliz y captar talentoTras el episodio de Erhardt, el banco de inversión Goldman Sachs diseñó una estrategia para mejorar las condiciones laborales de sus banqueros júnior, que cumplían con horarios de hasta 100 horas semanales. Hace ahora un año, JPMorgan recomendaba a su equipo de banca de inversión que se lo tomara con más calma durante el fin de semana. Se trata de "trabajar menos", y con ello se pretende no solo que los profesionales sean más felices y decidan quedarse, sino también resultar atractivo para los futuros graduados que salen de las universidades más prestigiosas.

Trabajar menos se convierte en un reclamo para captar talentoEsta concepción del trabajo es típica de la mentalidad start up: compañías en las que sus profesionales disfrutan de los fines de semana y salen de la oficina a horas sensatas. Las organizaciones que siguen los principios de la mentalidad start up se caracterizan por la velocidad, la agilidad, los nuevos ritmos de trabajo, la flexibilidad, y una organización horizontal y colaborativa. Son enemigas del presentismo y de la multitarea inútil que no aporta valor.

El exceso de horas trabajadas, y centrarse en el presentismo influye negativamente en la creatividad y en la capacidad de innovación de las organizaciones e impacta en la calidad del talento organizativo porque, entre otras cosas, aumenta la rotación y limita el acceso de profesionales con talento a posiciones superiores. La productividad se logra con quien está verdaderamente enganchado, y nunca debe ser una cuestión de pasar más horas en la oficina.

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