César Antúnez de MayoloCatedrático de la Universidad del Pacífico
En su empresa contrataron a un recién graduado de un MBA , quien se esforzó muchísimo para completar sus estudios, sacrificando su trabajo, familia, esparcimiento y dinero.
Sabe que el esfuerzo no ha sido en vano y se siente muy preparado para afrontar problemas complejos. En este nuevo empleo se espera mucho del MBA, quien empieza a sentirse más que la mayoría de empleados, viéndose a sí mismo como más exitoso, inteligente y asertivo. Cultivando una muy alta autoestima, tratando a veces de manera algo arrogante a otros colaboradores, escuchando menos y hasta mostrándose engreído.
¿Por qué la arrogancia?La esencia del trabajo de un directivo consiste en tomar decisiones, y un programa de MBA prepara a los alumnos para que se acostumbren a tomar decisiones bajo presión y con información limitada. Se les entrena para analizar problemas complejos, identificar la información relevante de la prescindible y defender sus puntos de vista, en un ambiente hipercompetitivo.
Ser más rápido suele ser mejor, y tras centenares de casos discutidos y amanecidas de estudios, será muy probable que un egresado de un programa de MBA se compare con quienes no hayan pasado por lo mismo.
El efecto en la firmaSi bien muchos MBA piensan que son más inteligentes que el resto, en las firmas hay muchísima gente lista. Si un MBA quiere dar la impresión de ser brillante, muchos empezarán poco a poco a demostrarle que no lo es y seguramente frente a otros, en especial cuando este subestime aspectos como la cultura de la empresa.
De qué adolecen los MBADiagnosticar problemas y llegar a soluciones requiere ahora de procesos más colaborativos, por lo que los directivos que quieren seguir agregando valor hacia todos los stakeholders, necesitan actuar con más humildad, respeto y sensibilidad hacia otros, integrando puntos de vista divergentes e involucrando a la gente a través de "habilidades blandas", conociendo sobre teorías que entiendan la complejidad intrínseca en cada persona y sus motivaciones, para poder involucrar a otros.
La humildad y el éxito empresarialEn su best-seller del management "From Good to Great: Why Some Companies Make the Leap… and Others Don't", Jim Collins concluyó que solo once de las 1,435 empresas que estudió, mantuvieron resultados extraordinarios –dando rendimientos de acciones por lo menos tres veces a las del mercado, por 15 años-, teniendo cada una de esas once empresas a un CEO que las llevó a un periodo de cambio, con un liderazgo del estilo que Collins clasifica como de "Nivel 5", que consiste en una mezcla de profunda de humildad personal y una intensa determinación personal.
Estos directivos suelen atribuir los éxitos en sus empresas a los logros de otros, a factores externos o hasta a la buena suerte, y si bien actúan tranquila y calmadamente, lo hacen de manera decidida. Recordemos que la humildad, más que poner siempre la otra mejilla, empieza por conocer nuestros propios límites.