Redacción Gestión

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Gianfranco CastagnolaPresidente Ejecutivo de APOYO Consultoría

El riesgo de un directorio es meterse en los temas de la empresa que no le corresponde, pero en todas las presentaciones que hace la gerencia vas conociendo su estilo, viendo cómo reaccionan ante distintos escenarios y problemas, cuál es su relación con los stakeholders. La cultura la vas conociendo en el tiempo, uno, dos o tres años, y es fundamental entenderla.

Lo más difícil de cambiar no es la estrategia, es la cultura, eso no se cambia de la noche a la mañana, es un proceso muy largo y complejo porque la cultura es el alma de la empresa y eso está dentro.

Al momento de tomar decisiones uno tiene que saber que está en un cuerpo colegiado y no siempre va a tener la razón, debes aceptar que hay otras personas que ven distinto y estás en una posición minoritaria.

Sí, es cierto que luego de un tiempo prolongado un director se va metiendo tanto dentro de la empresa que pierde su calidad de independiente. En ese caso se puede quedar en el directorio por toda esa experiencia que va teniendo pero no puede llamarse director independiente porque ya es parte de la empresa y empieza a defender a la gerencia.

Las AFP lo han entendido así y han empezado con esta onda en los últimos doce años, tan es así que han ido a un esquema de rotación cada dos o cuatro años, dependiendo de la empresa y uno acaba su mandato y chau para evitar esta tentación.

Empiezan a haber poco a poco directores independientes, y en distintas velocidades. Lo que no se sabe es si el mercado empieza a premiar estas buenas prácticas.

Para dar un paso al costado tendría que ser un tema ético, frente a una situación crítica la respuesta de la empresa puede ser una con la que uno no se siente cómodo en términos valorativos o por temas estratégicos donde está en juego la vida o muerte de la empresa.

Julio LuquePresidente y fundador de Métrica Consultoría

El tema de cultura es asunto fundamental donde el directorio tiene un rol que jugar. El problema es cómo hace un director para realmente conocer cuál es la cultura y empaparse de ella. La reunión del directorio no es un buen lugar.

Por ejemplo, si parte de que la cultura de la empresa es la austeridad y lo dice en todos lados, incluso en su memoria anual. Cómo se juzga eso, pues en el día a día, eso no se puede hacer en la reunión del directorio.

¿Cómo se puede saber si se practica la austeridad? Viajen con los directivos y en tres minutos se darán cuenta. Verán en qué clase viajan, en qué hoteles se alojan, a qué restaurante van.

El directorio debe plantear cambios de cultura solo por excepción. Es tan complejo que esta modificación debe ser planteada ante un cambio de estrategia radical. En la mayoría de casos es muy difícil que el directorio la cambie, lo que puede hacer es reforzarla.

Es importante, también la generación de directores realmente independientes, que no participen en el accionariado y que sepan que tienen su opinión y pueden y deben discrepar, aunque les puede costar el puesto.

Eso todavía no hay tanto en el Perú. La sensación es que si bien el mandato es claro y supuestamente uno es director independiente, muchas veces como las empresas siguen siendo controladas en su mayoría con un 50%, 70% u 80% del capital por un accionista, hay el entendimiento que si bien tienes que defender a la empresa, te alineas con los temas del jefe.

Otra costumbre que no hay en el Perú es rotar a los directorios, en general en el mundo los directorios rotan. En Canadá, se nombran directores por cinco o siete años y no más. A veces da la impresión de que acá el directorio es algo perpetuo o permanente.

Cecilia BlumePresidenta de CB Consult

En el tema de cultura es importante lo que está sucediendo en el Perú. Tenemos empresas que se abren a la bolsa y su cultura cambia porque ya no es la empresa de la familia o de los tres accionistas fundadores. Ahora tiene dueños que son personas de a pie, de la calle, a quienes le deben la misma lealtad empresarial que al resto.

Dentro de la empresa hay gerencias que no se dan cuenta de esto y lo peor es que los dueños de la empresa que salieron a vender parte de esta siguen pensando que todo es de ellos. Es complicada esta transición. No obstante, las experiencias con estas empresas son enriquecedoras porque están dispuestas a pasar por el cambio.

En estos casos también es importante que el directorio llame a otras empresas para poder asesorarse en los campos en los que no están especializados.

En el caso de las empresas del Estado también se está dando un cambio de cultura. Están dispuestos a escuchar a terceros, a dejar de dar instrucciones y a ceder poder dentro del manejo de la empresa.

Ser un director independiente es no representar a ningún accionista. Todos los directores deberían votar por el bienestar de la empresa. La rotación de directores es un "tal vez". En Estados Unidos, en empresas no reguladas, los directores se quedan y la edad de jubilación es de 72 años. Se quedan porque comienzan a conocer tanto a la empresa que su aporte es cada vez mayor. Por un lado, pierdes independencia, pero por otro conoces más a la empresa y tu aporte tiene otro tipo de valor.

Habría que tener una especie de combo entre los dos. Rotar sí, pero depende de cuánto puedes aportar, porque la cultura de la empresa la aprendes en dos o tres años y cuando ya te estás yendo es más complicado. Debería haber un tiempo razonable que puede ser cinco o siete años.

Actualmente los directores de las AFP son elegidos a través de un Head Hunter y esto también se está haciendo en las empresas del Estado.

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