Redacción Gestión

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No sé si ha visto la última película de "Misión imposible". El protagonista vuelve a ser Tom Cruise, pero hay algo distinto en la nueva aventura: él ya no es el único héroe.

Por primera vez, y de manera evidente, como se solía hacer en la serie original, la película presenta a todo el equipo detrás de cada misión y demuestra el talento y la experiencia de cada uno de ellos, los cuales no se parecen en nada a los del resto de compañeros. No hay jerarquías. Todos son iguales.

No tienen oficina conocida. La instalan en cada misión por más bizarra que sea: en un teatro, en Rusia o en un aeropuerto. Usan mucha data, pero no solo la que les brinda la computadora. Observan a su audiencia objetiva, desde diferentes ángulos, y son varios los del equipo los que lo hacen, porque necesitan contrastar puntos de vista. Pero lo más impresionante, que deja todos con la boca abierta, son esas ideas impensables que se atreven a realizar, aunque no todas les funcionan.

Hay varias bombas que casi dejan muerto a Tom Cruise y compañía, pero ellos no se rinden. Siguen intentando hasta conseguir el invento para alcanzar su objetivo.

Ahí está el detalleLo que acabo de describir es muy parecido a lo que propone el "design thinking", un concepto que seguro ha escuchado mucho últimamente y que, fuera de ser las palabras de moda hoy, tiene todas las condiciones para generar una nueva revolución en las empresas.

Y como una práctica que viene del diseño industrial, puede aplicarse de manera magistral hasta en un banco. La belleza del "design thinking" está en el proceso aplicable para cualquier industria. Ideo, y su fundador David Kelley, es el principal representante de lo que esta metodología es capaz de hacer, para lo cual propone cuatro pasos que explicaré a través de un ejemplo.

Hipótesis: los carritos de compra de los supermercados pueden evolucionar para ser más prácticos, seguros y amigables. Observación: el equipo va al supermercado y observa. No hay jerarquías y todos son de profesiones distintas. El plan es ver a la gente en la cancha y no contratar a alguien para que cuente lo que las personas hacen o, lo que es peor, que responda a las preguntas para validar lo que ya piensa. La observación plantea que nada está preconcebido.

Brain storming: aquí toda idea cuenta, sobre todo las malas, porque sin malas ideas no saldrían las buenas. Olvídese de pincharle el globo a su compañero, toda idea vale, construya sobre la idea del otro. En vez de decir "no, porque", diga "sí y además", así le parezca una 'roca'.

Prototipo: elabore una muestra de su resultado final y testéelo con su audiencia. No se frustre porque sus clientes más fieles detestan que les cambien las cosas, así sea para su bien. Acuérdese del primer iPod, del que se deshicieron en críticas y a las dos semanas fue récord de ventas.

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