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De Perú a México a lo largo de más de 2,500 años, el Museo Metropolitano de Nueva York ofrece desde este miércoles un recorrido a través de la visión precolombina del lujo, con el oro como invitado de honor.

Las cerca de 300 piezas de la exposición, que serán exhibidas hasta el 28 de mayo en el Met, sobrevivieron a los saqueos sistemáticos de los conquistadores españoles, que muchas veces fundían el oro o la plata que robaban para transformarla en lingotes.

"La mayoría de los sitios fueron completamente destruidos", recuerda Joanne Pillsbury, responsable de arte americano en el Met, que supervisó la instalación de esta exposición que ya tuvo una primera escala en Los Ángeles.

Para reconstruir este recorrido, que comienza en Perú en torno al año 1,200 antes de Cristo y termina en México tras la llegada de Hernán Cortés durante la primera mitad del siglo XVI, hubo que convencer a 52 instituciones de 12 países para que aceptaran prestar obras.

Muchas son propiedad de los países de origen de estos objetos, Perú, México, Colombia, Costa Rica, Belice o Guatemala.

"Estas obras están entre las más importantes de su época", subraya Pillsbury.

La exposición no busca dar una idea del conjunto del arte precolombino, sino presentar los objetos más sofisticados y menos utilitarios de los pueblos indígenas de Sudamérica, Centroamérica y México.

Algunas piezas son de una fineza extrema, como una orejera de oro y turquesa de la cultura mochica con un guerrero en relieve, con minúsculos accesorios removibles.

Casi todos los objetos presentados tenían una función decorativa, de ceremonia u ornamental más que utilitaria. Eran muchas veces la expresión de un estatus social o político.

Oro, plumas y jade
El interés de la exposición está además reforzado por la contextualización de las obras, gracias a los resultados de investigaciones arqueológicas recientes.

Estas investigaciones permitieron descubrir que estas coronas, brazaletes, pendientes y ornamentos en oro eran vestidos tanto por hombres como por mujeres, explica Pillsbury.

Esto fue confirmado por el notable descubrimiento en 2006 de una momia de mujer cubierta de joyas y ornamentos en el sitio de Huaca Cao Viejo, en el norte de Perú, ejemplo de la cultura mochica, una de las más antiguas de América.

Este trabajo, que arroja luz sobre las civilizaciones que utilizaban poco o nada la escritura y que fueron por tanto poco transmitidas, "no hubiera podido hacerse hace 30 años", asegura Pillsbury.

Para ella, "esta exposición evoca diálogos transfronterizos, sea en el pasado o en el presente".

Los incas, mayas o aztecas, los pueblos indígenas más conocidos, pero también los moche, los chimú o los lambayeque se influenciaron unos a otros y la técnica de trabajo en oro viajó de Perú hasta México, donde se implantó más tardíamente.

Si bien el oro era reverenciado por todos estos pueblos, que le otorgaban poderes sobrenaturales, no siempre fue el material más codiciado de la era precolombina.

Como muestran varios objetos de la exposición, el jade fue una opción durante largo tiempo, pero su dureza extrema y su brillo inferior al del oro le hicieron perder terreno.

Nunca fuera de moda, las plumas de pájaros también eran preciadas en el arte precolombino y más allá, como demuestra "La misa de San Gregorio", una obra prestada al Met por el museo de los Jacobinos de la ciudad francesa de Auch.

Realizada en México en 1539 tras la toma del poder por los españoles, "es un ejemplo del mestizaje cultural y también técnico" que mezcla la iconografía bíblica, plumas y motivos aztecas, explica Fabien Ferrer-Joly, conservador del museo de los Jacobinos.