(Bloomberg) No hace falta tener la inteligencia de Jeff Bezos para entender por qué empezó vendiendo libros por internet y no autos.

Los libros son productos baratos y de fácil distribución. La gente, en cambio, rara vez compra un auto sin antes haberlo conducido. Además, los vehículos son grandes y abundan las opciones de personalización. Más aún: los autos nuevos por lo general se compran a crédito.

Fabricantes y concesionarias tienden a establecer relaciones estrechas, y en Estados Unidos hay problemáticas leyes que protegen a los concesionarios (como ha descubierto Tesla).

De todos modos, con algunas pocas excepciones –balas y cigarrillos-, Amazon.com se acerca cada vez más al sueño de Bezos de ser una "tienda de todo".

Así, luego de que se informara que Amazon evalúa ingresar al sector de medicamentos de venta bajo receta, no debería sorprendernos que empezará a reclutar a especialistas en autos para contribuir a la venta de automóviles en el Reino Unido, según la revista del sector Automobilwoche.

Los detalles no son muchos, pero el artículo bastó para hacer bajar 4% las acciones de Auto Trader Group Plc, un mercado digital británico de automóviles.

Podría ser una reacción exagerada. Si bien Amazon tiene ventas estelares de libros, productos de entretenimiento y electrónica, su ingreso en otras áreas como alimentos y moda ha sido más lento. Como los autos, esos negocios tienen demandas específicas.

Para vender alimentos frescos hace falta una infraestructura de temperatura controlada, mientras que la ropa implica una logística compleja.

Las ambiciones de Amazon en el sector automotor también evolucionan con lentitud. El año pasado, creó una herramienta de análisis de autos para sus usuarios y dijo que ofrecería una pequeña cantidad de vehículos de Fiat Chrysler Automobiles NV en su sitio web italiano.

Si bien Amazon contribuyó a crear un mercado transparente para la mayor parte de los productos online, su reticencia en autos ha permitido el florecimiento de una amplia serie de sitios rivales que ofrecen avisos clasificados, agregan datos de precios y buscan posibles compradores para concesionarios.

También el momento resulta extraño. Compañías de Silicon Valley como Google y Uber Technologies Inc. tratan de hacer innecesaria la propiedad de un auto en una época de viajes compartidos y vehículos autónomos. Mientras tanto, luego de seis años de auge alimentado por crédito, es probable que las ventas de autos hayan saturado los mercados estadounidense y británico.

Pero a una compañía que quiere dominar nuestros hábitos de consumo le resultará difícil ignorar un mercado tan grande. Tan sólo en el Reino Unido, las ventas de autos nuevos y usados son un negocio de 90.000 millones de libras esterlinas.

Es la segunda mayor compra de la mayoría de la población y dedicamos horas a hacer búsquedas en línea. Si bien puede dudarse de que la mayor parte de las personas quiera comprar un auto con un clic y recibirlo ese día, Amazon podría flexibilizar el proceso de compra y buscar obtener un porcentaje de esos ingresos.

Incorporarse a la cadena de compra de autos le enseñaría más sobre los hábitos de los clientes en tanto crea una base en el lucrativo mercado de autopartes. Amazon ya tiene un sector llamado Garage para que los clientes le digan qué auto poseen.

Es cierto que los concesionarios físicos no ganan mucho dinero. En EE.UU. son comunes márgenes de 2% previos a impuestos, si bien Amazon, como sabemos, se toma las ganancias con mucha calma. De todos modos, los mercados digitales tienen un mejor desempeño.

Auto Trader tuvo un margen operativo de 65% en su último año fiscal, mientras que Scout24, un sitio de ofertas de autos y bienes raíces, llegó a 32%, según datos de Bloomberg.

Pero las compañías automotrices también invierten con fuerza en comercio electrónico. BMW y Peugeot, por ejemplo, ya permiten que los clientes elijan financiamiento y configuren autos online.

Los clientes que consultó Cap Gemni Consulting se mostraron más dispuestos a comprar un auto a una compañía automotriz en internet que a una empresa tecnológica o a un intermediario minorista en la red.

Cuando se paga una cifra de cinco dígitos por un auto, la lealtad de marca y el contacto interpersonal ayudan. Si bien la industria automotriz enfrenta varias amenazas, Amazon aún no es una de ellas.