El es el terror de los viajeros que recorren larguísimas distancias durante varias horas. Y es que al pasar de un huso horario a otro, el reloj interno del cerebro se altera produciendo sueño, fatiga, malestar e irritabilidad, entre otros desagradables síntomas.

Hasta hace poco se pensaba que este trastorno afectaba sin importar el punto de destino, una reciente investigación hecha por científicos de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, reveló que este efecto tiende a ser más prolongado cuando se viaja de oeste a este –por ejemplo, de Perú hacia Europa –, y la razón, radica en la cabeza, según El Mercurio.

"Después de un cambio rápido de zona horaria, las células del cerebro que ayudan a controlar los ritmos circadianos (cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de unas 24 horas) son incapaces de ajustarse instantáneamente a un ritmo adecuado", indica Michelle Girvan, del Instituto para la Ciencia Física y la Tecnología de la Universidad de Maryland.

Y agrega que esta situación es más notoria al viajar hacia el este, ya que se pierden horas del día: "Sin la influencia de las variaciones de la luz solar diaria mientras se viaja, el reloj interno se ejecuta en un ciclo ligeramente más largo que 24 horas".

Pero ¿por qué a algunas personas le afecta más el que a otras? Porque –explica– algunos tienen un ritmo circadiano natural con un periodo de 24.5 horas, mientras otros tienen ritmos naturales más largos, o algo más cortos. Allí radica la diferencia del efecto del cambio de horas.

Los consejosDe acuerdo a Fernando Lizárraga, neurólogo de la Clínica Internacional, se pueden evitar las consecuencias del tomando en cuenta acciones en tres etapas: antes, durante y después. Así, semanas antes del vuelo de largas horas, procure comer sano y hacer deporte. Además, el experto no recomienda tomar pastillas para dormir antes de subir al avión: esta medida solo alteraría las horas de sueño, pero no hará que el ritmo circadiano se regule.

Durante el viaje, evite el alcohol y la cafeína, ya que generan deshidratación y, a su vez, mayor cansancio. "Hay que tener en cuenta que el aire acondicionado del avión también es seco, lo que propicia una deshidratación más rápida".

Asimismo, durante el vuelo, "se recomienda cambiar la hora del reloj y poner la del lugar de destino", dijo a La Nación Carlos Manrique, director médico de Bombicino Diagnósticos de Argentina. Esta medida ayudará a asimilar mentalmente el cambio de horas.

Finalmente, después de que el avión aterrice, es aconsejable exponerse al sol cuanto antes. "Así el cerebro 'se da cuenta' que es día y puede regularse adecuadamente", según Lizárraga. De otro lado, Manrique recomienda no hacer ejercicios durante los primeros dos días. Y, en caso llegue de noche, lo mejor es tratar de dormir normalmente.