(Foto: iStock)
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Impedida por la asepsia sobrevenida, la voz, arrinconada en estos tiempos por los mensajes de texto y los emoticonos, parece haberse convertido en el mejor sustituto de la necesidad vital de tocarnos, de acariciarnos, de besarnos.

Más en estos días de incertidumbre en los que a la distancia, que ya creíamos doblegada, sumamos el miedo casi irracional a un enemigo microscópico.

Y es que según los datos de telefonía móvil recopilados por diferentes operadores, en los primeros tres días de confinamiento por la crisis sanitaria del en España, las llamadas de voz se han multiplicado por dos respecto a las jornadas en las que la amenaza solo era una gripe rara en la ciudad china de .

En particular, aquellas realizadas desde una línea fija, algo que muchos jóvenes ni siquiera sabían que existía -más allá de que era “algo” que se necesita para tener en casa- y que ha obligado a sus padres y a los nostálgicos a rebuscar y recuperar “extraños aparatos” cubiertos de polvo en un desván.

La voz no engaña

“Yo siempre he mantenido el góndola (tipo de teléfono que se hizo famoso en la década de los ochenta, cuando el único teléfono que adornaba las casas se popularizó en los domicilios) encima de la mesa. Y con línea”, explica a Efe Mercedes, un ama de casa salmantina afincada en Madrid que se ha visto bloqueada en su ciudad natal.

“El problema es que mi hijo no tenía. Le he tenido que enviar un whatsapp para pedirle que si lo podía poner en marcha. Pero no ha podido ser, así que le he llamado por el móvil. Me siento más tranquila si le escucho”, afirma.

Mario, funcionario en casa bajo régimen de y cliente de Telefónica “de toda la vida”, asegura que chatea con su hijo todos los días, pero que desde el sábado prefiere llamarlo porque lo siente más cercano. “Escucho su voz y sé si está bien, si está contento o si está triste, o si tiene un problema. Lo conozco bien, no puede engañarme”.

Según la citada compañía, desde que el Gobierno decretó el estado de alarma sus clientes han disparado en un 60% las llamadas desde la línea fija y cerca de 46% los contactos directos de voz a través de los teléfonos móviles.

En otras como Orange, Masmovil o Pepephone, los índices son muy similares, con aumentos que están al mismo nivel o incluso superan al de datos, que igualmente ha escalado por la necesidad -igualmente muy humana- de acceder al ocio y al entretenimiento, o la menos lúdica pero algo más lucrativa de teletrabajar.

Desastre psicológico

Psicólogos y expertos en conductas coinciden en señalar en que esta es una reacción muy natural, fruto de la idiosincrasia de una especie que como decía Aristóteles “es un animal político y social”.

“Paradójicamente la distancia nos ha dado más cuerpo. La sensación de necesitamos más afectos, mucha más necesidad de cuerpo que antes”, explica el filósofo español Santiago Alba Rico.

Autor de ensayos de un profundo tinte humanista como “Ser o no ser (un cuerpo)” o “Última hora: Los cuentos de Carne Cruda”, el hombre que descubrió a los españoles La bola de Cristal y dio voz a los electroduendes, advierte, no obstante, que a nivel social y psicológico lo peor está aún por venir.

Y es que las consecuencias económicas de esta especie de “telón de acero” se prevén terribles, pero parecen preocupar menos que las sociológicas y psicológicas que devendrán del resto de medidas de confinamiento impuestas a la población, propias de un conflicto armado.

Después de cada crisis económica la recuperación ha sido más o menos rápida, pero no se sabe aún cómo reaccionará la población a las órdenes que restringen igualmente la libre circulación en sus propias ciudades y barrios, permiten requisar bienes, imponer prestaciones personales obligatorias, intervenir industrias y comercios y racionar los servicios esenciales y los artículos de primera necesidad.

Pero, sobre todo, como afectará el cierre de tiendas, bares, restaurantes, teatros, cines, instalaciones deportivas, parques, museos y el resto de las actividades de ocio, otro de los pilares de una sociedad, la europea, que tiene en el esparcimiento compartido una de sus principales señas de identidad y motivo de orgullo.

“El desastre psicológico va a ser terrible”, vaticina Alba Rico porque, en su opinión, a esta primera fase de excitación, de acompañamiento, de solidaridad a distancia, vendrá otra en la que el cansancio, la dilación del encierro y el desasosiego “romperán matrimonios, llevarán al suicidio y a tensiones infinitas”. Entre las miles de almas y de cuerpos, saturados de voces y carentes de besos y caricias.