(Foto: Getty)
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El productor de Harvey Weinstein, el actor Bill Cosby, el magnate Jeffrey Epstein y el cantante R. Kelly tienen algo en común: Gloria Allred, la incombustible abogada de 78 años que defendió y defiende a mujeres que alegan haber sido agredidas sexualmente por estas celebridades.

"Todos estos casos comparten que un depredador (sexual) ha abusado de su poder y quizás ha traicionado la confianza que se ha depositado en él, algo que ha ocurrido durante demasiado tiempo, y la única manera de cambiarlo es que las mujeres sean valientes", dice Allred en Nueva York.

Víctima de una violación en su juventud, responde enérgica pero sin perder la calma; seria y a veces hasta distante, aunque dejando escapar alguna sonrisa o anécdota cercana, y siempre convencida, sin mostrar un resquicio de duda, cuando habla de la necesidad de luchar por los derechos de las mujeres.

"He luchado durante 43 años, hemos sido una firma de abogados en Estados Unidos líder en los derechos de las mujeres y hemos luchado contra la discriminación por embarazo, el acoso sexual en el trabajo o la violencia machista, y esta batalla continúa porque todavía hay mucha discriminación sexual", dice.

Acaba de ser incluida en el Salón Nacional de la Fama de las Mujeres en Senca Falls (EE.UU.) y National Geographic le ha dedicado un espacio en su número "Mujeres: un siglo de cambio" como una de las 100 mujeres que más han contribuido al avance de los derechos de las mujeres.

Aunque insiste en que la lucha contra la violencia machista comenzó mucho antes del movimiento "#metoo", reconoce que gracias a que mujeres famosas hablaron públicamente para denunciar primero a Weinstein y luego a otros supuestos acosadores, "ahora las mujeres están rompiendo su silencio".

"Están emergiendo del miedo que las ha mantenido silenciosas, subordinadas, como ciudadanas de segunda clase, objeto de la victimización; pero ahora están hablando en público, levantándose, asegurándose de que sus voces se escuchan y de que se mueven hacia adelante para reivindicar sus derechos", asegura.

Sin embargo, quiere dejar claro lo duro que es dar ese paso: "Entiendo, por ejemplo, cuando una mujer viene y me dice, fui violada y creo que nadie me va a creer y por eso no lo denuncié antes", porque, como relata, ella fue violada por un médico en México.

Cuando aquello ocurrió, confiesa, no hizo nada porque pensó que nadie iba a creer a una joven mujer contra un médico en México: "¿Por qué me iban a creer?".

Además, Allred advierte de que cada persona y cada caso son diferentes.

"Algunas veces la gente me dice qué harías tú en esa situación, pero no puedo responder, porque tengo que respetar el hecho de que es su decisión y la vida es complicada y con muchos efectos multiplicadores sobre cómo puede afectar a la familia, a la comunidad o en el trabajo", agrega antes de puntualizar que la mayoría de sus casos se han resuelto con un acuerdo confidencial antes de llegar a los tribunales.

Su vida pública, que incluye ruedas de prensa donde las supuestas víctimas de famosos y ricos han contado como fueron asaltadas o violadas o su participación en programas de televisión la han convertido también en diana de los dardos de los sectores más conservadores.

Pero Allred, que viaja habitualmente a Nueva York por cuestiones de trabajo y gusta vestir prendas de colores vivos, como la chaqueta fucsia que lleva para la entrevista, no solo parece disfrutar con ese aspecto público de su trabajo, sino que lo considera necesario.

"Tenemos que involucrarnos en el tribunal de la opinión pública, igual que en el tribunal de justicia, porque en el tribunal de la opinión publica nos convertimos en modelos a seguir para las mujeres, que pueden decir: '¡Guau!, si ella puede hacer eso sin miedo, yo puedo no tener miedo en mi vida"', comenta.

Además, sostiene que cuando una víctima habla en público se produce un "momento de enseñanza" que puede servir para que otras mujeres acosadas por el mismo acusado den un paso adelante o para que otras puedan pensar: Si ella "ha encontrado el coraje para hablar en público y lo ha hecho y ha ejercido su derecho, a lo mejor yo puedo hacer lo mismo".

Sobre los ataques que recibe sostiene que no le van a desanimar, porque es consciente de que son parte de una estrategia para descalificarla cuando "no tienen un buen argumento contra lo que estoy haciendo".

"La gente que no cree en el feminismo, esencialmente está diciendo que cree que las mujeres deben ser relegadas a ciudadanas de segunda clase, ser subordinadas y se les nieguen los derechos que de otra manera deberían disfrutar", dice antes de advertir que seguirá su lucha hasta donde pueda.

“Como abogada continuaré peleando por los derechos de las mujeres mientras siga viva y si puedo continuar esa batalla desde el más allá, si es que existe, encontrare la manera de hacerlo”, advierte.

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