En su último año escolar, Giovanna Prialé tenía claro que quería elegir una carrera profesional que le permitiese servir a las personas. Derecho, medicina y economía fueron las alternativas que arrojó su test vocacional. “Veía lejanos los procesos penales y no me gustaba ver sangre”, cuenta ahora la economista y presidente de la Asociación de AFP.
¿Cuáles son sus planes por estos días de cuarentena?
Los que contamos con un empleo tenemos el deber de ayudar a quienes son más vulnerables. Por eso trato de lanzar un curso de finanzas personales gratuito. Estoy buscando hacerlo a través de una universidad.
¿Qué le preocupa en estos días de emergencia sanitaria?
Ver la desesperación de la gente me ha hecho revivir la etapa que pasé en la universidad. Una época también complicada, salvando las distancias.
¿Qué recuerda de entonces?
Fue el primer Gobierno de Alan García y luego vino el ‘paquetazo’ de Alberto Fujimori. Mi papá era microempresario independiente. Tuvimos dificultades económicas y mi papá pudo sacarnos adelante. Eso marcó mucho mi perfil profesional.
¿Qué le enseñó su padre?
Para mi papá era muy importante la educación. Y me metía mucho en la cabeza que la mujer tiene que ser independiente, formarse profesionalmente.
Desde joven decidió trabajar en el sector público...
Sentía en ese momento que era una forma de brindar mis servicios al país. Uno es muy idealista a esa edad.
Viéndolo en perspectiva, ¿cree que fue la mejor decisión?
Trato de no arrepentirme de las decisiones que tomo. Creo que fue oportuno porque en ese momento se creaba una nueva forma de hacer política pública en el país.
¿Cómo vivió esta etapa?
Recuerdo que trabajábamos de 9 a.m. a medianoche todos los días. Éramos un grupo sumamente joven que trataba de sacar adelante al país.
Y luego tiene la oportunidad de ser becada para estudiar una maestría en el extranjero...
Sí. Y cuando regreso entro al Ministerio de Trabajo. Estaba de ministro González Izquierdo. El equipo estaba formado por el entonces viceministro Gustavo Yamada y como jefe de asesores estaba Jaime Saavedra. Tuve oportunidad de trabajar con gente muy valiosa en el sector público.
¿Qué retos tuvo en el camino profesional?
Me tocó ser jefe desde muy joven, cuando tenía 28 años. Trabajé con equipos de distintas carreras y edades. En alguna oportunidad me tocó gente bastante mayor.
¿Qué aprendió de ello?
A no tener miedo a equivocarte y saber que cuando tomas una decisión hay costos asociados para la gente que se puede ver afectada. Y no a todos les gusta tener personas que dicen las cosas como son.
¿Usted es ese tipo de personas?
Si debo defender algo, lo hago. No es tan bien visto y ha generado el rechazo de personas que me ven muy vehemente para defender los derechos de otros. Pero en el camino aprendes que no solo debes ponerte en los zapatos del ciudadano, sino que debes escuchar y lograr consensuar.
¿Qué otras experiencias le ayudaron a madurar?
Hay situaciones te hacen pisar realidad. Mi papá se enfermó y me tocó visitar hospitales como el Almenara o el Loayza. Eso me hizo madurar muchísimo y tomar decisiones.
¿Cómo cuáles?
Primero, no continuar con los estudios de doctorado para cuidarlo casi 13 años hasta que falleció. Al mismo tiempo fui construyendo mi hogar.
Tomando en cuenta su reacción a la adversidad, ¿cómo cree que sus amigos la describirían?
Dirían que una virtud que ven en mí es que soy muy comprometida con la gente que amo. Y también perseverante.
¿Por qué?
Mi papá falleció. Me fui a Colombia y empecé el doctorado. Me demoré siete años en terminar mi tesis y saqué el título el año pasado. Mi asesor dijo que debía sentí orgullosa por haberlo logrado trabajando y con hijos.
¿Y qué defectos tiene?
A veces puedo ser muy ingenua. Creo mucho en la gente y creo que la intención de algo siempre es buena. Pero a veces no es así. Me falta un poco de malicia para mirar el trasfondo de la motivación de otras personas.