Enfoque. “Queremos partir de la literatura, pero cruzarnos con expresiones simbólicas (...) pensar también en literatura desde la música, el cine, etcétera”.
Enfoque. “Queremos partir de la literatura, pero cruzarnos con expresiones simbólicas (...) pensar también en literatura desde la música, el cine, etcétera”.

“La frase ‘lectura obligatoria’ es un contrasentido (…) El placer no es obligatorio, es buscado”, sostuvo alguna vez Jorge Luis Borges. Y, aunque bajo esta perspectiva una lectura no debiera ser obligatoria, sí lo debiera ser su acceso.

Hoy la simplifica precisamente esa búsqueda, sea con sus colecciones bibliográficas, sea con exposiciones que permiten otro acercamiento.

Este 2019, la institución, que festeja su décimo aniversario y alista cuatro exposiciones temporales que, según su directora, Milagros Saldarriaga Feijóo, ponen en el centro a personajes o movimientos que abren líneas de reflexión, discusión y aprendizaje.

Es así que en febrero se dedicará la sala de exposición más grande del espacio a la obra del poeta José Watanabe, y que se estrenará de mano de una publicación.

El segundo montaje del año estará dedicado a Manuel González Prada. “Nos interesa pensar en el anarquismo, en el rol del intelectual en la vida en sociedad, porque sin duda es una figura para mirar hacia el bicentenario desde la reflexión”.

La mujer detrás de la Casa de la Literatura hace hincapié asimismo en la búsqueda de colaboración con otras instituciones. Por lo pronto, la idea es lanzar, con el apoyo de la PUCP, una exposición dedicada a Javier Heraud, César Calvo y Arturo Corcuera, “generación que hizo de la militancia parte de su ejercicio como poeta”.

Además “para no perder uno de los grandes campos de reflexión, es decir la mujer como presencia constante y transversal en la literatura peruana”, se trabajará también una investigación dedicada a la relación literatura, ciudad y mujer.

Itinerante

No obstante, Saldarriaga Feijóo es consciente de que el alcance de la Casa de la Literatura es básicamente metropolitano e insiste en que es preciso descentralizar los contenidos. Una vía es a través de las exposiciones itinerantes. Y este año se planean tres.

Bajo este esquema, se espera que “Casa sin Puerta”, montaje dedicado a la literatura amazónica, arribe a Iquitos.

“Intensidad y altura”, exposición permanente que ya tiene un formato de itinerancia, también podría viajar al interior a lo largo del año. Similar expectativa se tiene con “Un espíritu en movimiento: redes culturales de la revista Amauta”, después de su más reciente visita a Moquegua, ciudad natal de José Carlos Mariátegui, fundador y director de aquella publicación.

Colecciones

No queda ahí. Tan solo el año pasado, la biblioteca Mario Vargas Llosa, especializada en literatura peruana e hispanoamericana, inauguró una nueva sala enfocada en el lector especializado. Saldarriaga enfatiza que también se está prestando mayor atención a la colección de literatura escrita por mujeres, mientras se alista una colección más modesta en torno a Lima.

Crecer es una tarea ineludible, sostiene la directora. Y ese es justamente uno de los objetivos para con la Colección Arguedas, pensada en docentes y mediadores; otro proyecto consiste además en lanzar servicios propios.

“Respecto a las revistas, tenemos un déficit y sabemos que debemos crecer”, anota. “El servicio bibliotecario así como las exposiciones son las grandes líneas de la institución”, que asimismo incluye en su oferta desde abuelos y abuelas cuentacuentos hasta narración oral.

Voces que no pierden vigencia

Criterios. La directora de la Casa de la Literatura expone que los criterios para determinar las muestras a exponerse tienen que ver con el rescate o la puesta en valor de un archivo, con un cuestionamiento sobre “el canon de la literatura que a veces puede ser muy cerrado y necesitamos abrirlo” e incluso tiene que ver con la necesidad de pensar en distintos aspectos “desde el acontecer político, como es el caso de Manuel González Prada”.

1,000

visitantes llegan, en promedio, cada día entre martes y viernes, pero sábados y domingos pueden llegar a duplicarse. Una exposición temporal, de alrededor cinco meses de duración, suele recibir 90,000 personas.