Más impregnadas que la pintura están las ideas. Una, escuchada hasta el hartazgo, es que no se puede vivir del arte. ‘Tamiki’, sin embargo, aspira a dedicarse a esto toda su vida. Y llegar a un mercado más grande donde las cotizaciones son más altas. “Veo una oportunidad y la Internet te lo permite. Hay que aprovecharla con páginas como Behance, Twitter o Discord”, sostiene Tamie Tokuda, como la llaman fuera del ambiente artístico. Su trabajo se ha revalorizado en al menos un 50% desde que empezó. La imaginería japonesa que impregna con las brochas tiene fines comerciales, pero muchas otras veces también impacto social, pues sus proyectos se alinean con valores de ONG o instituciones de gestión cultural. “El año pasado trabajé con Qroma en los micromurales para transformar una ruta turística. También con la Cruz Roja en murales colectivos junto con vecinos y con la municipalidad de Lima se hizo una intervención en barrios de los cerros y escaleras que surgieron producto del crecimiento desordenado”, relata la joven de 29 años que procura que el arte ayude a visibilizar problemas.

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