Una frase en latin amada por cada antiguo maestro de escuela británico era “mens sana in corpore sano” (mente sana en un cuerpo sano). Con estas palabras, el pedagogo hacía que temblorosos escolares corrieran casi 5 km a campo traviesa usando chaleco y shorts.
Resulta que esos tutores tenían un propósito. Una mayor actividad física se asocia con una mejor salud mental y corporal. Y también podría estar relacionada con una mayor productividad de los trabajadores y, por lo tanto, un crecimiento económico más rápido. Esa es la conclusión de un nuevo informe de RAND Europe, un grupo de expertos que recibió el encargo de Vitality, una aseguradora de salud británica.
Está razonablemente bien establecido que la actividad física reduce los riesgos de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2, derrames cerebrales y algunos tipos de cáncer. Y un informe del Comité Asesor de Pautas de Actividad Física de Gran Bretaña en el 2018 encontró que realizar aproximadamente 30 minutos de ejercicio al día podría reducir la probabilidad de depresión en más del 40%.
RAND realizó una encuesta en lugares de trabajo en siete países, y encontró que aquellos que informaron niveles más altos de actividad (equivalentes a 150 minutos a la semana de ejercicio moderado o 75 minutos de ejercicio fuerte) tenían una mejor salud mental en promedio.
¿Esto los hace mejores trabajadores? Anteriores estudios han sugerido que aquellos que hacen más ejercicio tienden a ganar 5-10% más dinero en promedio. Sin embargo, varios factores podrían explicar esto. Quienes participan en deportes de equipo pueden hacer contactos en los vestuarios que les ayuda en sus carreras. O podría ser simplemente que los que ganan más pueden darse el lujo de aprovechar instalaciones deportivas, como las membresías de gimnasios.
El estudio de RAND analiza diferentes medidas: absentismo (cuando los trabajadores no acuden a laborar por enfermedad) y presentismo o bajo rendimiento (cuando se presentan a trabajar pero son menos productivos debido a una enfermedad). La última medida fue proporcionada voluntariamente por los empleados, a quienes se les preguntó si su trabajo se veía afectado negativamente por problemas de salud.
La encuesta sugiere que se pierden entre 3 y 4.5 días hábiles cada año como consecuencia de la inactividad física de los trabajadores. Esto representa entre el 1.3% y el 2% del tiempo de trabajo anual. La mayor parte de esto se debió al presentismo.
Otro potencial beneficio de una mejor forma física es la reducción de los costos de atención médica. En muchos países, estos corresponderían al sector público. Pero en Estados Unidos, donde la atención médica a menudo se brinda a través de esquemas basados en el empleo, las empresas podrían beneficiarse. Es difícil saber qué proporción de estos costos podría recortarse, pero RAND estima que el ahorro total de salud de los estadounidenses podría ser de US$ 6,000 millones al año para el 2025 (utilizando los mismos objetivos para el ejercicio moderado o fuerte que antes).
Ese es un error de redondeo en la factura anual de atención médica de Estados Unidos de US$ 3.5 billones. Pero, con la ayuda de una econometría sofisticada, los autores del estudio concluyen que si las personas cumplieran con estos objetivos de ejercicio, el PBI global podría ser alrededor de 0.17-0.24% más alto para el 2050. Nada despreciable en un mundo de crecimiento lento, aunque la incertidumbre en torno a hacer pronósticos para períodos tan largos significa que tales estimaciones deben tratarse con extrema precaución.
¿Cómo alentar a los trabajadores a ser más activos? Los incentivos son útiles pero solo si tienen condiciones; dar a todos los empleados membresía de gimnasio subsidiada no parece funcionar. Otro estudio de RAND Europe examinó un experimento en el que los trabajadores recibieron un reloj Apple, pagadero en cuotas a un precio con descuento, pero solo para aquellos que aceptaron controlar su actividad física. Los pagos mensuales dependían de cuánto ejercicio realizaran. Si cumplían con los objetivos, terminaban pagando el 10% del precio de venta del reloj; los que no hicieron ejercicio pagaron el precio completo.
Este enfoque aprovecha un sesgo conductual conocido como aversión a la pérdida: las personas están dispuestas a evitar pagar más. En promedio, los participantes en el esquema realizaron un 30% más de ejercicio que antes.
El problema es que muchas personas son demasiado optimistas sobre su salud, subestimando los riesgos que enfrentan. Esto significa que la participación en los esquemas de ejercicios en el lugar de trabajo tiende a ser baja, alrededor del 7% en la muestra estudiada por RAND.
Las empresas no son las únicas que pueden fomentar un estilo de vida más saludable; es probable que los amigos y las familias sean más importantes. Pero las empresas pueden jugar un papel más significativo. Si RAND tiene razón, esto puede traerles beneficios financieros. Los administradores de tareas en las compañías aún pueden encariñarse con un adagio adaptado: mens sana in corporate sano.