¿Paranoia o egoísmo? Son muchas las reacciones de la sociedad peruana debido a la expansión del covid-19 y las medidas de prevención que ordenó el Estado al respecto. El sicólogo Roberto Lerner hace un análisis del comportamiento humano cuando se quiere pelear contra un enemigo invisible.
¿Sería más conveniente un enemigo que podamos señalar?
Finalmente, los enemigos visibles unen a la gente, generan un sentimiento de integración, de pertenencia. Los invisibles, al contrario, dividen porque no sabes de dónde viene.
¿Cómo reacciona la sociedad ante esta pandemia?
En estas situaciones, la mente humana activa dos fuerzas. Una que dice: Esto no es solo mi supervivencia, lo tomo en serio para que haya un menor daño posible para todos.
¿Y qué dice la otra?
No me voy a morir. Estoy fuerte porque tengo un régimen de alimentación sano, acceso a servicios de salud o dinero, así que nadie me restrinja la libertad.
¿Por qué no se acatan las medidas de prevención?
El Perú tiene un altísimo grado de desconfianza, la gente no cree en el otro y mucho menos en las autoridades. Ante cualquier cosa que nos digan que debemos hacer, pensamos: Aquí hay gato encerrado.
Esa desconfianza se refleja en las redes sociales. Se hablaba, por ejemplo, de un posible fallecido que el Estado escondía…
Si te cuento las teorías de conspiración alrededor de este asunto formuladas por mi familia, que tiene educación universitaria, te mueres de la risa.
¿Qué es lo difícil de obedecer?
La gente no acata normas en las que no ve claramente dónde está el beneficio, lo cual sí ocurre, por ejemplo, al utilizar el cinturón de seguridad.
¿Por qué?
Allí negocias contigo mismo. En cambio, el cruzar un semáforo en rojo implica negociar con el otro. Pero sin pensar en los demás te justificas con que estás apurado y lo haces.
¿Y ahora estamos obligados a negociar?
Claro. Eres mi amigo, pero no te doy la mano. Todos tienen sus prioridades y la desconfianza hace que nos sea terriblemente difícil coordinar. Espero que esto nos sirva de ahora en adelante.
“A veces no funciona el llamado a la consciencia, sino la supervisión y las reglas. Debe caer el ‘manazo’ a todos”.
¿Pero adquiriremos una cultura verdadera de prevención?
Dependerá de cuánto dure y de lo grave que sea la situación. Hay libros que te muestran que ciertos eventos colectivos, como la peste bubónica que fue tan radical, cambian la manera de ver la vida. Si dura lo suficiente, la gente saldrá de esto con vidas y conductas distintas.
En redes sociales, ¿el peruano actúa con indignación?
Están los relajados y los pesimistas. En general, la gente más relajada tiene razón, las cosas extremas no suelen ocurrir. Pero las personas que anticipan más cosas negativas advierten que tuvieron la razón cuando ocurre el “cisne negro”.
¿Qué hacen?
Nos muestran el delito para decir “¿Ya ven?, se los dije”. Además, a los peruanos nos encanta criticar a otros peruanos.
Se ejerce el juicio social en redes sociales...
Se da el juego del gato y el ratón, de todos contra todos.
¿Qué comportamiento prima?
Hay un número importante de personas que saben que hay peligro, pueden tener miedo, pero hay más gente que piensa que esto es una cuestión individual antes que colectiva.
“Postergadas las clases, los padres se dan cuenta que la escuela es como un depósito de niños y no una institución”.
¿Y el empresario pasaría a ser un enemigo visible?
Muchos tendrán que administrar los daños en su imagen. Creo que en eso hay que ser severos y apuntarlos.
¿Cómo se ve afectada la convivencia en esta coyuntura?
Imagino que una de las cosas que se van a acabar son los tranquilizantes y las existencias en el bar de las casas.
¿Se fortalecen o quiebran las relaciones en estos tiempos?
Está demostrado que en momentos de crisis los divorcios y la depresión disminuyen. Aunque son tensas, las relaciones se consolidan.