Una imagen de Joker se esconde en cada camerino que ocupa Pietro Sibille. El villano de Batman es el personaje preferido del actor de 40 años, por lo que lo lleva consigo a toda obra de teatro en la que le toca trabajar.

“No sé si me traiga suerte, pero es lo más parecido que tengo a una cábala”, dice.

Pese a tener más de veinte años en el mundo de la actuación, reconoce no haber perdido los nervios ni la incertidumbre del resultado final de una obra de teatro o una película en la que participa.

Así, para intentar combatir dichos síntomas, el mejor remedio para Sibille es la capacitación: “Uno no se vuelve actor al egresar de un taller o de una escuela. El aprendizaje siempre debe estar presente de diferentes maneras”.

Puede ser una toda una carrera profesional, o un curso, por ejemplo. Él, sin embargo, es autodidacta: aprende viendo cine. “Podría decir que el 40% de mi formación ha sido ver películas, analizando cada una de las actuaciones”.

Décadas de trayecto
Aquella tarea de examinar cintas y actuaciones es practicada por Pietro desde siempre. Su primer recuerdo data de los siete años, cuando vio por primera vez a Darth Vader en pantalla grande: “Causó gran impacto en mí”.

A medida que fue creciendo, el instinto actoral fue abrazándolo cada vez más fuerte. Aun así, optó por la carrera de cine, aunque su pasión terminó por darle un rumbo diferente a su vida.

“Me enteré del taller de actuación de Roberto Ángeles y seguí mi instinto. Dejé la carrera cuando solo me quedaba un ciclo por terminar y llegué a la actuación”.

Su primer papel en el teatro lo recibió cuando tenía 19 años, con la obra “Roberto Zucco”, protagonizada por Bruno Odar. “Mi personaje terminó siendo asesinado. Desde entonces, casi en todos los papeles que me han tocado, he muerto o me han matado. Es mi sello”, ironiza.
No tardó demasiado para debutar en la televisión con la novela “La rica Vicky” y, tiempo después, dio el gran salto al cine con “Prueba de vida”, de Warner Bros.

“Interpreté a un guerrillero. Fue un sueño hecho realidad llegar tan rápido a una cinta de este tipo”. A partir de ese papel, su carrera se disparó, y dispersó. Pasó del cine a la televisión (los personajes que recuerda con más cariño son Misterio y Mandril, de “La gran sangre”) y al teatro.

En ese ámbito ya tiene cuatro proyectos concretos para el 2018: tres reposiciones (“Mucho ruido por nada”, “Astronautas” y “Los perros”) y una nueva obra a cargo de Chela de Ferrari, de la que aún no tiene mayores detalles.

Situación local
Pese a las propuestas para el próximo año (entre ellas, algunas para cine sin confirmar), Sibille reconoce que el panorama aún es incierto para el actor peruano.

“Este trabajo aún no es rentable. Nunca sabes si mañana tendrás trabajo. Somos muy pocos los que hemos conseguido vivir de la actuación. También aquí juega una dosis de suerte y que ningún proyecto se cruce con otro”.

En cuanto al panorama del cine peruano, considera que la situación ha mejorado. Y las cifras lo respaldan: unas veinte cintas nacionales habrían entrado en cartelera este 2017.

“Hace unos años, las personas tenían resistencia a la producción nacional, pero el público peruano ya se está reconciliando con nuestro cine”, admite. Y atribuye el hecho, “en gran medida”, a los filmes comerciales. Especialmente, a “Asu Mare”, estrenado en el 2013.

“Esta producción generó gran recurrencia en los cines. A partir de eso, la gente ha abierto su mentalidad, ha estado más dispuesta a ver qué le muestran las historias peruanas. Y no solo comedias, también otros géneros”.