Lejos de resignarse a estar algunos días al margen de los libros, Philippe Vernaug, director general de Editorial Planeta, confiesa que en las vacaciones disfruta hacerse pasar por cliente incógnito en algunas librerías. Y califica como espectacular cualquier rato libre en que pueda acompañar una copa de vino a una buena lectura. Asimismo, asegura que, si tuviera que hacer un organigrama de la empresa, él estaría por debajo de todos.

¿Cómo conoce a su equipo más allá del ámbito laboral ?
Las mañanas están ocupadas con reuniones, así sean simplemente para contarnos qué hicimos el día anterior. Muchos pensarían que eso es perder el tiempo, pero las personas necesitan un espacio para desahogar. Eso permite acercarnos y trabajar en transparencia.

¿Con quién se desahoga usted?
Con mi equipo directivo y con mi esposa, que le toca oír todas mis quejas. También con mis jefes, a quienes en algún momento llamo a puerta cerrada. Es la mejor manera de sacar esa mala energía. Es lo que trato de conseguir. Claro que uno no es santo de devoción de todo el mundo.

¿Y ha tenido malos jefes?
Ni mejores ni peores, simplemente diferentes. Con casi todos he encontrado esa mesa donde compartir cosas personales y dejar de lado lo laboral. La mesa y la sobremesa son espacios donde he podido hacer grandes amigos o jefes.

¿Cuáles son los temas de conversación con los jefes?
Reporto a un colombiano y a un jefe con nacionalidad española. Es superimportante hablar con ellos de fútbol, vinos y la familia.

¿Cuánto conoce de vinos?
Trabajé como profesor de cata de whisky y Chivas me hizo embajador de la marca. Después me dediqué a estudiar rones y vinos.

¿Cuál sería su recomendación para una cena de negocios con un plato principal de pescado?
Si es de negocios, procuro tomar poco. Con pescado, me gusta mucho la cepa Chardonnay. Y en tintos me encanta un blend. La mesa también es algo que busco compartir con mi gente.

¿Qué lugares visita con sus colaboradores?
Sitios elegantísimos y también huariques. La primera vez les dije: “vamos a donde almuercen”, me respondieron: “¿de verdad? Es un menú de 8 soles”. Es una manera de incentivar la cercanía. Ellos imaginaban que con el jefe irían a “el sitio”.

¿Compartió con su equipo los partidos del Perú en el Mundial?
Vimos el partido con Francia en la oficina. No soy una persona de horarios, soy más de funciones. El espacio me permitió conocer el nivel de responsabilidad y frustración del grupo ante la derrota.

Mencionó que a sus jefes les interesa saber de su familia...
Hace poco vino un gran jefe de España que yo no conocía. Cuando me avisaron que quería verme, estudié números e información. Pensé que me iba a hablar de inversiones y de proyectos.

¿Y no fue así?
Me preguntó sobre mi adaptación y mi familia. En ningún momento se habló de las ventas. Eso genera un mayor sentido de pertenencia a la empresa y estoy convencido de que es la mejor manera de motivar a las personas. La palmadita en la espalda y el reconocimiento también son importantes.

¿Qué género literario lee más?
Como en los vinos, depende de la ocasión. Ahora quiero leer sobre Historia del Perú, algo que me permita entablar conversación con un peruano. Pero si estoy de vacaciones, me gusta ver libros de cocina local. También pregunto por los autores locales de ficción.

Regala libros a sus hijos, ¿cree que ha conseguido el balance ideal entre lo laboral y familiar?
(Risas) Al empezar en este negocio, alguien me dijo que no saldría. Cuando tu trabajo es el ocio de las personas es difícil apartarlo de tu vida. Si nos vamos de vacaciones, en el avión hago un recorrido para saber qué se está leyendo y cuántos leen el libro físico o en Kindle.

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