El ballet es solo para valientes. Esa es la cita que reza la campaña con la que Los Productores decidió promocionar su más reciente puesta en escena: , la laureada cinta británica adaptada en clave teatro que se apodera de las tablas del Teatro Peruano Japonés hasta el 29 de julio. Así es, como pocas veces, un título recoge una realidad con tanta precisión: los niños no pueden someterse a los dominios de la gracilidad; las niñas, a los de la rudeza.

El filme original establece una crítica certera contra los prejuicios sociales; en este caso, a los que debe enfrentarse un niño que decide colgar los guantes de box para encajarse, en su reemplazo, el tutú. Tras el éxito del largometraje, su director, guionista y coreógrafo unieron esfuerzos con el compositor Elton John para dar origen a un que ya ha encandilado a más de 12 millones de espectadores en todo el mundo.

El montaje ha brillado en el West End de Londres, en Broadway y otros espacios teatrales emblemáticos. Su llegada a Perú no ha sido menos compleja.

Desafíos

Un musical será siempre mucho más costoso que una obra de texto al punto de que se puede invertir hasta un 50% más. Adrián Galarcep, director artístico de Los Productores, contó el intenso proceso de concretar un montaje de tales dimensiones.

Solo los derechos de autor exceden a lo que demanda una pieza más convencional, en cuyo caso suele situarse en un 10%.

Quizá uno de los mayores retos del musical consistió en formar a los niños participantes. Billy tiene que cantar jazz, bailar trap, también ­ballet, pero, ante todo, sostener un espectáculo ante 1,000 personas con un ensamble de 50. “No hay niño que esté (innatamente) preparado para todo lo que esto significa, no se le puede encontrar en un casting”, sostuvo Galarcep.

De ahí que se haya hecho preciso crear un taller de formación a partir del cual se seleccionó a quienes finalmente se convertirían en miembros del elenco, y de donde salieron tres actores que encarnarán al pequeño Billy. Esto porque, debido a la demanda física del personaje, cada niño interpretará su papel unas fechas, y descansará otras. Un procedimiento que no solo se ha hecho en la versión peruana.

Procedimiento

No en vano la dirección de la obra ha representado para Juan Carlos Fisher uno de los desafíos más grandes de su carrera, pues reconoce que nunca antes ha dirigido a tantos pequeños y que eso proporciona una experiencia diferente. “(Es por eso que al seleccionarlos) debimos asegurarnos no solo de que contaran con una enorme capacidad para los roles en escena, sino también de que tuvieran suficiente aguante para un proyecto de tanta envergadura”.

El montaje ha sobrellevado así procesos varios y dilatados: solo para obtener los derechos la organización se mantuvo dos años detrás, mientras que los entrenamientos comenzaron ocho meses antes del estreno.

El dato

Para hallar al elenco final, Los Productores organizó un taller/casting el año pasado, al que se presentaron más de 300 niños. Después de pruebas varias, quedó una veintena de pequeños, entre ellos, los tres Billy.

“Esta es una producción muy –con altas, subrayado y negrita– mayúscula”, dice medio en broma, medio en serio, su director. Razón por la cual prefiere no adelantarse a hora de estimar una eventual reposición a futuro. Por lo pronto prefiere abocarse a la temporada actual, cuya expectativa está en captar a unos 60,000 asistentes, el promedio de audiencia que alcanzó el otrora Mamma Mía en su primer tramo.

El elenco infantil promete de esta manera ofrecer una historia que conecta y se potencia a su vez con 15 melodías.