Todo el día. Jóvenes publican hasta las actividades más banales de su vida. (Foto: iStock)
Todo el día. Jóvenes publican hasta las actividades más banales de su vida. (Foto: iStock)

No es un secreto que las redes sociales redefinieron la forma de relacionarnos con los demás. Pero lo que no cambió es la necesidad del ser humano por sentirse validado.

Décadas atrás, la forma de validación eran las invitaciones a las fiestas o saber quiénes conformaban tu grupo de amigos; es decir, las interacciones cara a cara. Ahora, en el mundo virtual, la reputación se mide por el número de ‘me gusta’ y de seguidores.

Sin embargo, “no todo lo que se postea es real”, comenta Tatiana Cuadros, psicóloga organizacional. Siempre “se toma el mejor ángulo de la vida para recibir más aprobación”, con el objetivo de pertenecer a un grupo específico según su cultura, edad y experiencia de vida, señala la especialista.

Validación social 2.0

De manera consciente o inconsciente, al exponer la vida privada en redes sociales la persona “busca mostrar un estatus social y sus propios gustos”, indica Licia Torres, docente del área de Humanidades de la UPC. De esa forma, el cibernauta comunica a qué subgrupo pertenece, por ejemplo, “hipster o naturalista”. Por eso, el hecho de tener una cuenta -activa o no- en plataformas virtuales “es una definición social, una forma de decir ‘estoy presente’”, complementa la antropóloga.

Escenarios de felicidad

La sociedad cada vez más está expuesta a escenarios de felicidad. Los usuarios solo muestran en sus redes sociales sus “viajes, éxitos y momentos de felicidad”, indica Liuba Kogan, profesora de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad del Pacífico. Se publica solo la parte ‘bonita’ de la vida. Al igual que en “un panel publicitario, vendes el mejor ángulo” del producto, agrega la educadora.

“Existe una sospecha por las personas que no cuentan con perfiles en redes sociales. Algunas personas que interactúan con ellos llegan a tenerles miedo”.


Es tanta la presión que estas plataformas ejercen que, según Kogan, “para muchos empleadores, todo lo que aparece en los perfiles se ha convertido en el nuevo CV de la persona”.

Transparencia

Por el contrario, hay personas que también optan por no tener una cuenta en las redes sociales. Es decir, son unos ‘fantasmas’ en el mundo virtual.

No obstante, muchas personas consideran sospechoso esta actitud, señala Kogan. Algunas llegan a experimentar miedo al interactuar con ellas cara a cara.

Esto se genera porque surge la sensación de que el otro oculta una parte de su vida, en contraste de la tendencia actual, que es publicar todo lo privado que acontece.

El éxito de los influencers

Y ¿qué sucede con los influencers, con estas personas que lucran a través de su vida privada?

Cuadros explica el éxito de este grupo: “La juventud constantemente está en la búsqueda de referentes distintos a sus padres. Buscan personas idealizadas, de alguna manera, inalcanzables, que representen lo que inconscientemente quieren de ellos mismos”.

Estos influyen las decisiones que toman los más jóvenes, pues consideran que se encuentran en esa posición por saber más. Esa es la razón por la que tienen tantos seguidores en ese segmento.


EN CORTO

Redes sin ansiedad. El aislamiento es un efecto colateral por el constante uso de las redes sociales. Conlleva a la ansiedad y/o depresión, revela Cuadros. La especialista recomienda realizar un autoanálisis para conocer dónde inicia la molestia. Además, existen estudios que demuestran que reducir el tiempo en redes, disminuye la depresión.

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