Jorge Coaguila
Jorge Coaguila

El martes se cumplieron 24 años de la muerte de Julio Ramón Ribeyro. Los homenajes se multiplicaron y se extendieron a lo largo de la semana. El autor de los “Dichos de Luder”, de las “Prosas apátridas”, está vivo. Un conversatorio en la Casa de la Literatura fue la demostración. Lleno total.

Jorge Coaguila, biógrafo de Ribeyro, encabezó aquella cita junto al hijo del autor, Julio, así como críticos de España y Uruguay.

¿Por qué 24 años más tarde Julio Ramón Ribeyro está vivo?
Porque sintoniza con los lectores de diferentes edades y generaciones. Porque sus cuentos son ideales para esos grupos de lectores, hay mucha sensibilidad en su temática.

¿En qué forma?
Porque los lectores se identifican con las luchas y derrotas de sus personajes. El lenguaje ayuda mucho porque es sencillo y hace que la gente lo continúe apreciando.

¿Es consciente de que usted con sus estudios y recopilaciones lo mantiene vivo?
No solo yo, hay muchos estudiosos que también están en la tarea de la valoración de la obra de Ribeyro. Existen extranjeros, incluso, que lo estudian para obtener sus grados académicos. Lo mismo ocurre en el Perú. Pero Ribeyro va más allá del mundo académico. Hay lectores no profesionales que lo aprecian mucho.

¿Por qué la relación de los jóvenes con su obra?
Es un tema que asombra mucho. Ha pasado un cuarto de siglo y los lectores se han renovado y no dejan de sintonizar con él. Se trata de un asunto inusual con un autor fallecido hace tanto tiempo.

¿Se le lee en los colegios?
Creo que se le lee en los colegios. Y hay una relación con Ribeyro desde temprana edad.

Por qué los extranjeros se han interesado en Ribeyro, porque hay que admitir que no es un autor universal...
Es cierto. Fuera de las fronteras del Perú no tiene un público numeroso. Pero, sin embargo, en España hay muchos estudiosos, allí está la mayoría de sus investigadores extranjeros, que incluso han publicado libros sobre él.

¿Y cómo llegaron a él?
Por ediciones de poco alcance y luego han seguido en la búsqueda de su obra. Como ha sucedido en México, Colombia o Uruguay. Es un autor no valorado en el extranjero, pero con una presencia diría que creciente. Hay incluso traducciones en marcha en Estados Unidos.

El próximo año se cumplen 25 años de su muerte, ¿habrá nuevas publicaciones?
Se planea publicar la tercera parte de los diarios, llamados “La tentación del fracaso”.

¿Qué periodo es inédito?
Son sus diarios de 1978 al año 1994. En esa etapa publicó “Solo para fumadores”, “Dichos de Luder”, las primeras partes de “La tentación del fracaso”, así como versiones agregadas de “Prosas apátridas”. Se trata de una producción importante. Esperemos que estos diarios salgan a la luz muy pronto.

¿Colabora usted con la nueva edición?
De algún modo estoy dando un apoyo. El próximo año también se publicará un libro de acuarelas que él pinto. Ya hay casas editoriales en ambos proyectos. Los derechos de las obras las tiene sobre todo Seix Barral.

¿Cómo llegaste a Ribeyro?
Cuando estudiaba letras en San Marcos lo entrevisté, conocí así más al autor, con sus luces y sus sombras. Conocí a un hombre muy inteligente. Era una figura que yo apreciaba mucho y lo tengo siempre muy presente. Con el tiempo no ha disminuido mi interés por su trabajo.

¿La imagen del autor se ha mitificado?
Se cree que era muy triste, como Vallejo, cabizbajo y pensativo, pero era también una persona de divertirse mucho, de conversar con amigos, de beber vino junto a ellos. Le gustaba el fútbol y hacer bromas. Era una persona que, incluso, iba a los casinos en sus últimos años. No podemos solo fijarnos en ese lado triste del autor.

¿Qué autores peruanos merecen ser redescubiertos?
Me gustaría que Luis Loayza sea más valorado, que sus libros se conozcan mucho más.